En
principio, parece un procedimiento heurístico valioso asumir que
un animal está optimizando algo bajo un determinado grupo de limitaciones, y tratar de encontrar cuáles son esas limitaciones.
Esta
es una versión restringida de lo que McFarland y sus colegas llaman el
enfoque de "optimalidad inversa" (por ejemplo, McCleery, 1978). Como caso de estudio tomaré algún trabajo con el que ocurre que estoy familiarizado.Dawkins
y Brockmann (1980) descubrieron que las avispas excavadoras (Sphex
ichneumoneus) estudiadas por Brockmann se comportaron de una manera que
un economista humano ingenuo podría haber criticado como mala
adaptación. Las avispas
individuales parecían cometer la "Falacia del Concorde" en la valoración
de un recurso, de acuerdo a la cantidad que ya habían gastado en él, más que
en función de cuánto podrían extraer de él en el futuro. Muy brevemente, la evidencia es la siguiente. Las hembras
solitarias proveen nidos con catídidos aguijoneados y paralizados que
han de servir como alimento para sus larvas (véase el capítulo 7). De
vez en cuando dos hembras se encuentran aprovisionando el
mismo nido, y por lo general terminan peleando por él. Cada
lucha continúa hasta que una avispa, a partir de ahora descrita como la
perdedora, huye de la zona, dejando a la ganadora el control del nido y de todos los catídidos atrapados por ambas avispas. Medimos el "valor real" de un nido como el número de catídidos que contiene. La
"inversión previa" de cada avispa en el nido se midió como
el número de catídidos que ella, como individuo, había puesto en
él. La evidencia sugiere que cada avispa luchó durante un tiempo
proporcional a su propia inversión, más que proporcional al "verdadero
valor" del nido.
Esta política tiene un gran atractivo psicológico para el hombre. Nosotros también tendemos a luchar tenazmente por la propiedad sobre la que hemos puesto un gran esfuerzo en adquirir. La
falacia recibe su nombre del hecho de que, en un momento en que el sobrio juicio
económico sobre las perspectivas futuras del avión Concorde aconsejó abandonar su
desarrollo, uno de los argumentos a favor de
continuar con el proyecto medio terminado era retrospectivo: "Ya
hemos gastado tanto que no podemos retroceder ahora." Un argumento popular para prolongar las guerras generó el otro nombre
de la falacia, la falacia de "Que nuestros muchachos no hayan muerto en vano".
Cuando
el Dr. Brockmann y yo nos dimos cuenta de que las avispas excavadoras
se comportaban de la misma manera, yo estaba, tengo que confesarlo, un poco desconcertado, posiblemente a causa de mi propia
inversión de esfuerzo (Dawkins y Carlisle, 1976; Dawkins, 1976a) en persuadir a mi colegas que la psicológicamente atractiva falacia del Concorde era, de hecho, ¡una falacia! Pero entonces empezamos a pensar más seriamente acerca de las limitaciones del coste. ¿Podría
ser que lo que parecía ser mala adaptación se interpretara mejor como
un valor óptimo, dados ciertos límites? La
pregunta era: ¿es que hay un límite bajo el cual el
comportamiento Concordiano de las avispas es lo mejor que pueden alcanzar?
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