Supongo que parte de la razón de que los genes se hayan convertido en espantajos deterministas es una confusión resultante del hecho bien conocido de la no herencia de los caracteres adquiridos. Antes de este siglo se creía ampliamente que la experiencia y otras adquisiciones de la vida del individuo estaban de alguna manera {14} impresas en la sustancia hereditaria y se transmitían a los hijos. El abandono de esta creencia, su sustitución por la doctrina de Weismann de la continuidad del plasma germinal, y su contrapartida molecular del "dogma central", es uno de los grandes logros de la biología moderna. Si nos saturamos de las implicaciones de la ortodoxia weismanniana, realmente parece haber algo como monstruoso e inexorable en los genes. Pasan a través de las generaciones, influenciando la forma y el comportamiento de una sucesión de cuerpos mortales, pero, a excepción de los efectos mutagénicos raros y no específicos, nunca se ven influidos por la experiencia o el medio ambiente de esos cuerpos. Mis genes vinieron de mis cuatro abuelos, fluyeron directamente a través de mis padres hacia mí, y nada de lo que mis padres lograron, adquirieron, aprendieron o experimentaron ha tenido ningún efecto en ellos, ya que simplemente fluyeron. Tal vez hay algo un poco siniestro en eso. Pero, a pesar de lo inexorable e inevitable que pueda haber en el fluir de los genes a través de las generaciones, no signfica que la naturaleza de sus efectos fenotípicos en los cuerpos por los que fluyen sea de ninguna manera inexorable e inevitable. Si soy homocigoto para un gen G, nada salvo una mutación puede evitar que pase G a todos mis hijos. Así de inexorable. Pero que yo o mis hijos mostremos el efecto fenotípico asociado normalmente con la posesión de G puede depender en gran medida de cómo nos educaron, de nuestra dieta o de la educación que experimentamos, y de qué otros genes da la casualidad que poseamos. Así, de los dos efectos que los genes tienen en el mundo - la fabricación de copias de sí mismos, y su influencia en los fenotipos - el primero es inflexible, aparte de la posibilidad de una mutación rara, y el segundo puede ser extremadamente flexible. Creo que una confusión entre la evolución y el desarrollo es, pues, en parte responsable del mito del determinismo genético.
Pero hay otro mito que complica las cosas, y que ya he mencionado al principio de este capítulo. El "mito del ordenador" está casi tan fuertemente arraigado en la mente moderna como el mito del gen. Observe que ambos pasajes que he citado contienen la palabra "programado". Así, Rose absolvió de culpa sarcásticamente a los hombres promiscuos porque están genéticamente programados. Gould dice que si estamos programados para ser lo que somos, entonces estos rasgos son ineluctables. Y es cierto que normalmente usamos la palabra "programado" para indicar inflexibilidad irreflexiva, la antítesis de la libertad de acción. Las computadoras y los "robots" son, por su reputación, notoriamente inflexibles, llevan a cabo las instrucciones al pie de la letra, incluso si las consecuencias son obviamente absurdas. ¿Por qué si no iban a enviar esas famosas facturas de millones de libras al primo de un amigo de un amigo que todo el mundo conoce que sigue recibiendo? Me olvidé del gran mito del ordenador, así como del gran mito del gen, o de otra manera habría sido más cuidadoso cuando yo mismo escribí sobre genes pululando "dentro de gigantescos y pesados robots...", y de nosotros mismos como "máquinas de supervivencia - Vehículos robot ciegamente programados para preservar las moléculas egoístas conocidas como genes" (Dawkins, 1976a). Estos pasajes han sido triunfalmente citados, {15} y recitados aparentemente a partir de fuentes secundarias e incluso terciarias, como ejemplos de un rabioso determinismo genético (por ejemplo, 'Nabi', 1981). No estoy pidiendo disculpas por usar el lenguaje de la robótica. Lo usaría otra vez sin dudarlo. Pero ahora me doy cuenta de que es necesario dar más explicaciones.
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