De una u otra forma, este libro se preocupa en gran medida de la lógica de las explicaciones darwinianas de la función.
La amarga experiencia advierte que un biólogo que muestra un fuerte
interés en la explicación funcional es probable que sea acusado, a veces
con una pasión que sorprende a los más acostumbrados a debates científicos que ideológicos (Lewontin, 1977), de la creencia de que todos los animales son perfectamente óptimos - acusado de ser un "adaptacionista" (Lewontin 1979, b; Gould y Lewontin 1979).
El adaptacionismo se define como "aquel enfoque de los estudios evolutivos
que asume sin más pruebas que todos los aspectos de la morfología, la
fisiología y el comportamiento de los organismos son soluciones óptimas a
los problemas de adaptación" (Lewontin, 1979b).
En el primer borrador de este capítulo he expresado dudas de que
alguien sea verdaderamente un adaptacionista en el sentido extremo, pero
me he encontrado recientemente la siguiente cita de, irónicamente,
el mismo Lewontin: "Ese es el punto en que creo que todos los
evolucionistas están de acuerdo, que es prácticamente
imposible hacer un mejor trabajo del que un organismo está haciendo en su
propio entorno" (Lewontin, 1967).
Lewontin ha hecho desde entonces, al parecer, su camino a Damasco, por lo que
sería injusto usarlo como mi portavoz adaptacionista. De hecho, junto con Gould, ha sido uno de los críticos más elocuentes y contundentes al adaptacionismo en los últimos años. Tomo como mi representante adaptacionista a A.J. Cain, que se ha mantenido (Cain, 1979) consistentemente fiel a las opiniones expresadas en su artículo mordaz y elegante sobre "La perfección de los animales".
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