Hoy reconoceríamos que si aumenta la sensibilidad del receptor, no sólo
la intensidad de la señal no tiene porqué aumentar, sino que, en cambio, es más
probable que disminuya, debido a los costes derivados de las señales
visibles o ruidosas. Esto podría llamarse el principio de Sir Adrian Boult. Una vez, en el ensayo, Sir Adrian se volvió hacia las violas y les dijo que se hicieran notar más. 'Pero Sir Adrian', protestó el solista de viola, 'usted estaba indicando cada vez menos con la batuta'. '¡La
idea', replicó el maestro, 'es que yo debería hacer cada vez menos, y ustedes deberían hacer cada vez más!'. En aquellos casos en que las señales de los
animales realmente son en beneficio mutuo, éstas tienden a hundirse
hasta el nivel de un susurro
conspiratorio: de hecho esto puede haber ocurrido a menudo, siendo las
señales resultantes demasiado discretas para que las hayamos
notado. Si la intensidad de la señal aumenta con las generaciones esto
sugiere, por otra parte, que ha habido una creciente resistencia a
la venta en el lado del receptor (Williams 1966).
Como
se mencionó antes, un animal no necesariamente va a sufrir de forma pasiva ser manipulado, y se espera que se desarrolle una 'carrera armamentista'
evolutiva. Las carreras armamentistas han sido el tema de un segundo documento conjunto (Dawkins y Krebs 1979). No fuimos, desde luego, los primeros en establecer las cuestiones que siguen en
este capítulo, pero de todas formas es conveniente la cita de las dos
publicaciones conjuntas. Con el permiso del Dr. Krebs, lo haré sin romper el flujo con repetidas citas bibliográficas y comillas.
Un animal a menudo necesita manipular objetos en el mundo a su alrededor. Una paloma lleva ramitas a su nido. Una sepia sopla la arena del fondo del mar para exponer la presa. Un castor tumba árboles y, por medio de su pantano, manipula todo el paisaje a kilómetros de distancia de su albergue. Cuando
el objeto que un animal intenta manipular no está vivo, o por lo menos
cuando no es auto-móvil, el animal no tiene más remedio que desplazarlo por
la fuerza bruta. Un escarabajo pelotero sólo puede mover una bola de estiércol empujándola a la fuerza. Pero a veces un animal puede beneficiarse moviendo un 'objeto' que ocurre que es otro animal vivo. El objeto tiene músculos y extremidades propias, controladas por un sistema nervioso y por los órganos de los sentidos. Si
bien puede ser posible cambiar tal 'objeto' por fuerza bruta, el resultado a menudo puede ingeniarse más económicamente por
medios más sutiles. La cadena
de comando interna del objeto -órganos de los sentidos, sistema
nervioso, músculos- puede ser infiltrada y subvertida. Un grillo macho no arrastra físicamente a una hembra por el suelo hasta su madriguera. Se sienta y canta, y la hembra viene a él por sus propios medios. Desde su punto de vista, esta comunicación es energéticamente más eficiente que tratar de tomarla por la fuerza.
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