Los replicadores
de la línea germinal, entonces, son las unidades que realmente
sobreviven o fallan en sobrevivir, siendo la diferencia la selección
natural. Los replicadores activos tienen algún efecto en el mundo, lo que influye en sus posibilidades de sobrevivir. Se trata de los efectos en el mundo de los replicadores activos exitosos de la línea germinal que vemos como adaptaciones. Los fragmentos de ADN se califican como replicadores activos de la línea germinal. Donde
hay reproducción sexual, estos fragmentos no deben definirse como demasiado
grandes si se quiere conservar la propiedad de auto-duplicación. Y no deben definirse como demasiado pequeños si se han de considerar útilmente como activos.
Si
hubiera sexo, pero no cruzamiento, cada cromosoma sería un replicador,
y deberíamos hablar de adaptaciones como hechas para el bien de los
cromosomas. Si no hay sexo, podemos, por la misma razón, tratar todo el genoma de un organismo asexual como un replicador. Pero el propio organismo no es un replicador. Esto es así por dos razones muy distintas que no deben confundirse entre sí. La
primera razón se desprende de los argumentos desarrollados en este
capítulo, y se aplica solamente cuando existe reproducción sexual y meiosis: la meiosis y la fusión sexual velan para que nuestros genomas no sean {96} replicadores, por lo que nosotros mismos no
somos tampoco replicadores. La segunda razón se aplica a la reproducción asexual y sexual. Se
explicará en el próximo capítulo, que va a discutir qué son los
organismos, así como los grupos de organismos, dado que no son
replicadores.
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