Pero hay un segundo tipo de selección, mucho más simple y más tosca, que podría actuar en contra
del ADN egoísta. Cualquier
organismo que experimentara una deleción aleatoria de parte de
su ADN egoísta sería, por definición, un organismo mutante. La
eliminación en sí sería una mutación, y sería favorecida por la
selección natural en la medida en que los organismos que la poseen se
beneficiarían de ella, presumiblemente debido a que no sufren el despilfarro
económico del espacio, los materiales y el tiempo que consume el ADN
egoísta. En igualdad de condiciones, los organismos
mutantes se reproducirían a un ritmo
mayor que los individuos de 'tipo salvaje' lastrados, y la
supresión se volvería, en consecuencia, más común en el acervo
genético. Téngase
en cuenta que no estoy ahora hablando de selección a favor de la
capacidad de eliminar el ADN egoísta: esto fue el objeto del párrafo
anterior. Aquí estamos reconociendo que la propia eliminación, la ausencia del
ADN egoísta, es en sí misma una entidad replicante (¡una ausencia
replicante!), que puede ser favorecida por la selección.
Es
tentador incluir en el apartado de forajidos las mutaciones somáticas
que causan que las células se sobrerreproduzcan respecto a las células no mutantes de
un cuerpo, en detrimento último del propio cuerpo. Pero
aunque hay una especie de selección cuasi-darwiniana que puede suceder en
tumores cancerígenos, y Cairns (1975) ha llamado ingeniosamente la atención
sobre lo que parecen ser adaptaciones corporales para prevenir dicha
selección dentro del cuerpo, creo que aquí no sería útil aplicar el concepto de forajido. No, es decir, a menos que los genes mutantes afectados lograran de alguna manera propagarse indefinidamente. Podrían
conseguirlo ya sea siendo transportados en vectores
similares a virus, pongamos por el aire, ya sea por algún anidamiento en la
línea germinal nuclear. En cualquiera de estos dos casos, se calificarían de 'replicadores de la línea germinal' como hemos definidos en el capítulo 5, y el calificativo de forajido sería apropiado.
Ha
habido una sorprendente sugerencia reciente de que genes que son
beneficiarios de la selección somática podrían de hecho anidar en la
línea germinal, aunque en este caso no son cancerosos ni necesariamente forajidos. Quiero
mencionar este trabajo, ya que se ha publicitado como un
posible resucitador de la llamada teoría 'lamarckista' de la evolución. Puesto que la posición teórica adoptada en este libro es claramente descriptible
como 'weismannismo extremo', estoy obligado a ver cualquier reactivación seria del lamarckismo como un debilitamiento de mi posición. Por tanto, es necesario hablar de ello.
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