Algunos han señalado que la fracción de solapamiento del genoma entre
padres e hijos es exactamente igual al coeficiente de parentesco, mientras
que para todos los otros parientes el coeficiente de parentesco representa solamente un promedio; la fracción real compartida podría ser más y podría ser menos. {190}
Se ha dicho, por tanto, que el coeficiente de parentesco es 'exacto' para la relación padre/hijo, pero 'probabilístico' para todas las demás.
Sin embargo, esta singularidad de la relación padre/hijo se aplica sólo si pensamos en términos de fracciones de genomas compartidos. Si, en cambio, pensamos en términos de probabilidades de compartir
genes particulares, la relación padre/hijo es tan 'probabilística' como
cualquier otra.
Aún podría pensarse que esto no importa, y de hecho no importa hasta
que nos sentimos tentados a sacar conclusiones falsas. Una
falsa conclusión que se ha perfilado en la literatura es que un padre, ante una elección entre la alimentación de su propio hijo y
la alimentación de un hermano completo de exactamente la misma edad que su
propio hijo (y con exactamente el mismo coeficiente medio de parentesco), debería favorecer a su propio hijo puramente en base a que su relación genética es una 'cosa segura' en lugar de una 'apuesta'. Pero lo que es seguro sólo es la fracción del genoma compartido. La probabilidad de que un gen en particular, en este caso un gen para
el altruismo, sea idéntica por descendencia con una de las crías es tan arriesgada como en el caso del hermano completo.
La próxima tentación es pensar que un animal podría tratar de utilizar señales para estimar si un pariente en particular comparte
muchos genes con él o no. El
razonamiento se expresa convenientemente en el estilo actualmente de
moda de la metáfora subjetiva: 'Todos mis hermanos comparten, en
promedio, la mitad de mi genoma, pero algunos de mis hermanos comparten
más de la mitad y otros menos de la mitad. Si
pudiera averiguar cuáles comparten más de la mitad, podría mostrar
favoritismo hacia ellos, y con ello beneficiar a mis genes. El hermano A se me parece en el color del pelo, el color de ojos y varias otras
características, mientras que el hermano B apenas se me parece en absoluto.
Por consiguiente, probablemente A comparte más genes conmigo. Por lo tanto voy a alimentar a A con preferencia sobre B'.
Se supone que el autor de este soliloquio es un animal individual. La
falacia se ve rápidamente cuando componemos un soliloquio similar, esta
vez para ser dicho por uno de los genes 'inteligentes' de Hamilton, un
gen 'para' la alimentación de los hermanos: 'El hermano A ha heredado
claramente mis genes homólogos de la seccion del color de cabello y de la sección del color de ojos, pero ¿qué me importa de ellos? La gran pregunta es, ¿quién, A o B, ha heredado una copia de mí? El color de cabello y el color de ojos no me dicen nada sobre eso a menos que se me ocurra vincularlos a esos otros genes'. La vinculación
es, pues, importante aquí, pero es tan importante para la relación
'determinista' padre/descendencia como para cualquier relación
'probabilística'.
No hay comentarios:
Publicar un comentario