Para
responder a esto debemos recordar, en primer lugar, la razón fundamental por la que
estamos interesados en la expresión fenotípica de los genes. De todas las muchas posibles razones, la que nos ocupa en este libro es la siguiente. Estamos interesados fundamentalmente en la selección natural, por lo tanto, en la
supervivencia diferencial de entidades replicantes tales como los genes. Los
genes son favorecidos o desfavorecidos en relación con sus
alelos como consecuencia de sus efectos fenotípicos sobre el mundo. Algunos
de estos efectos fenotípicos pueden ser consecuencias accidentales de otros, y no tener que ver con las posibilidades de supervivencia,
de una manera u otra, de los genes afectados. Una
mutación genética que cambie la forma del pie de un ostrero indudablemente
influirá así en el éxito del ostrero en la propagación de la
misma. Puede,
por ejemplo, reducir ligeramente el riesgo de las aves de hundirse en
el barro, mientras que al mismo tiempo le frene ligeramente cuando esté corriendo en tierra firme. Tales efectos pueden ser de importancia directa para la selección natural. Pero
la mutación también tendrá un efecto sobre la forma de las huellas
dejadas atrás en el barro, sin duda un efecto fenotípico extendido. Si,
como es perfectamente probable, esto no tiene ninguna influencia
en el éxito del gen en cuestión (Williams 1966, pp 1.213.), esto no es de
{207} interés para el estudioso de la selección natural, y no tiene ningún sentido molestarse en discutirlo bajo el titular de fenotipo extendido, aunque sería formalmente correcto hacerlo. Si,
por el contrario, la huella cambiada influenciara la supervivencia del
ostrero, pongamos haciendo que fuera más difícil seguir el pájaro para los depredadores, me gustaría considerarlo como parte del fenotipo
extendido del gen. Los efectos
fenotípicos de los genes, ya sea a nivel de bioquímica intracelular,
de morfología corporal total o de fenotipo extendido, son en potencia dispositivos mediante los cuales los genes se propulsan a sí mismos hacia la
próxima generación, o barreras para que no lo hagan. Los efectos secundarios incidentales no siempre son efectivos como
herramientas o barreras, y no tenemos que molestarlos en considerarlos como
expresiones fenotípicas de los genes, ya sea en el nivel convencional o en el
fenotipo extendido.
Es lamentable que este capítulo haya tenido que ser bastante hipotético. Ha
habido pocos estudios sobre la genética de la conducta constructiva en cualquier animal (por ejemplo, Dilger 1962), pero no hay razón para
pensar que la genética del artefacto será diferente, en principio,
de la genética de la conducta en general (Hansell 1984). La
idea del fenotipo extendido es todavía lo bastante poco familiar
como para que no ocurra aún de inmediato que un especialista en genética estudie los termiteros como fenotipo, incluso si fuera fácil hacerlo en la práctica -y no sería fácil. Sin
embargo, debemos reconocer al menos la validez teórica de tal rama de
la genética si vamos a aceptar la evolución darwiniana de los diques de castores y los montículos de termitas. ¿Y
quién puede dudar de que, si los termiteros fosilizaran abundantemente,
veríamos una serie evolutiva graduada con tendencias como suave (¡o
como puntuada!) como cualquiera de las que encontramos en la paleontología esquelética de los
vertebrados (Schmidt 1955; Hansell 1984)?
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ResponderEliminarHola. Buscando e la web El genotipo extendido acabo de descubrir este blog. Hace pocos días terminé El gen egoísta. Estaré siguiendo esta página para leer este libro. Espero continúen transcribiendo los capítulos faltantes.
ResponderEliminarMuchas gracias por su trabajo
Es "fenotipo extendido". De todas formas, gracias por leerme. Seguiré hasta completarlo, si todo va bien.
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