Ciertas partes de algunos capítulos iniciales son francamente retrospectivas e incluso defensivas. La reacción a una obra anterior (Dawkins 1976a) sugiere que es probable que este libro suscite temores innecesarios al promulgar dos impopulares "-ismos" - "determinismo genético" y
"adaptacionismo".
Yo mismo admito irritarme por un libro que provoque que
masculle "Sí, pero ..." en cada página, cuando el autor podría haber
evitado fácilmente mi preocupación con una pequeña y considerada explicación desde mucho antes. Los capítulos 2 y 3 tratan de eliminar al menos dos fuentes principales de "sí-peros" desde el principio.
En el Capítulo 4 se abre el caso de la acusación contra el organismo egoísta, y se comienza a insinuar el segundo aspecto del cubo de Necker. En el Capítulo 5 se abre el caso del "replicador" como la unidad fundamental de la selección natural. El Capítulo 6
vuelve al organismo individual y muestra cómo ni éste ni ningún otro de
los principales candidatos, excepto el pequeño fragmento genético, se les puede considerar como un verdadero replicador. Por el contrario, el organismo individual debe ser considerado como un "vehículo" para replicadores. El Capítulo 7 es una digresión sobre la metodología de investigación. El Capítulo 8 plantea algunas anomalías extrañas para el organismo egoísta, y el Capítulo 9 continúa el tema. El Capítulo 10 discute varias nociones de "aptitud individual", y concluye que son confusas, y probablemente prescindibles.
Los capítulos 11, 12 y 13 son el corazón del libro. Desarrollan, por grados paulatinos, la idea del propio fenotipo extendido, la segunda cara del Cubo de Necker. Por último, en el Capítulo 14 volvemos de nuevo con curiosidad renovada hacia el organismo
individual y preguntamos por qué, después de todo, constituye un nivel
tan destacado en la jerarquía de la vida.
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