Previamente he dado razones para compartir el escepticismo general
sobre {115} la 'selección de grupo' y la selección en otros niveles altos, y nada en la literatura reciente tienta a cambiar mi pensamiento. Pero ese no es el tema en cuestión aquí. El tema aquí es que debemos tener clara la diferencia entre estos dos
tipos distintos de unidades conceptuales, los replicadores y los vehículos. He
sugerido que la mejor forma de entender la teoría de la
'selección de especies' de Eldredge y Gould es en términos de especies como
replicadores. Pero
la mayoría de los modelos normalmente llamados 'selección de grupo',
incluyendo todos los revisados por Wilson (1975), y la mayoría de
los examinados por Wade (1978), están implícitamente tratando a los
grupos como vehículos. El
resultado final de la selección discutida es un cambio en las
frecuencias de genes, por ejemplo un aumento de los 'genes altruistas' a
expensas de los 'genes egoístas'. Todavía son los genes los que son considerados como los replicadores que en
realidad sobreviven (o fallan en sobrevivir) como consecuencia del proceso de selección (del
vehículo).
En
cuanto a la propia selección de grupo, mi prejuicio es que ha absorbido más ingenuidad teórica de lo que justifica su interés biológico. Se
me ha informado por el editor de una revista de matemáticas líder que
está continuamente bombardeada por trabajos ingeniosos que argumentan haber
cuadrado el círculo. El hecho de que esto se haya demostrado imposible es visto como
un desafío irresistible por un cierto tipo de intelectual diletante. Las máquinas de movimiento perpetuo provocan una fascinación similar para algunos inventores aficionados. El caso de la selección de grupo es casi análogo: nunca se ha demostrado que sea imposible, y nunca se podrá. No
obstante, espero que se me perdone por preguntarme si parte
del perdurable atractivo romántico de la selección de grupo se deriva del martilleo autorizado que la teoría ha recibido desde que Wynne-Edwards (1962) nos hizo el valioso servicio de traerla a la luz pública. El seleccionismo anti-grupo ha sido acogido por el establishment como ortodoxo, y,
como Maynard Smith (1976a) señala, 'Está en la naturaleza de la
ciencia que una vez una posición se convierte en ortodoxa, debería
ser sometida a la crítica...'. Esto es, sin
duda, saludable, pero Maynard Smith secamente continúa: "De esto no se deduce que, porque una posición sea ortodoxa, sea errónea...'. Recientemente se han dado
tratamientos más generosos de la selección de grupo por
Gilpin (1975), E.O. Wilson (1975), Wade (1978), Boorman y Levitt (1980), y D.S. Wilson (1980), pero véase las críticas de Grafen (1980).
No voy a entrar de nuevo en el debate sobre la selección de grupo contra la selección individual. Esto es porque el principal objetivo de este libro es llamar la atención
sobre las debilidades del concepto general de vehículo, tanto si el vehículo
es un organismo individual como un grupo. Puesto
que incluso el más acérrimo seleccionista de grupo estaría de acuerdo en
que el organismo individual es una 'unidad de selección' mucho más coherente e
importante, concentraré mi ataque en el organismo
individual como mi vehículo representativo, más que en el grupo. Con esto se refuerza al mismo tiempo el ataque contra el grupo.
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