La selección simplemente no puede ver los genes y elegir directamente entre ellos. Ha de utilizar cuerpos como intermediario. Un gen es un poco de ADN escondido dentro de una célula. La selección ve cuerpos. Favorece algunos cuerpos porque son más fuertes, mejor aislados, más tempranos en su maduración sexual, más feroces en el combate, o más hermosos a la vista... Si, al favorecer un cuerpo más fuerte, la selección actuó directamente sobre un gen para la fuerza, entonces Dawkins podría ser vindicado. Si los cuerpos son mapas inequívocos de sus genes, entonces los bits combatientes de ADN desplegarían sus colores en el exterior y la selección podría actuar sobre ellos directamente. Pero los cuerpos no son tal cosa... Los cuerpos no pueden ser atomizados en partes, cada una construido por un gen individual. Cientos de genes contribuyen a la construcción de la mayoría de las partes del cuerpo y su acción se canaliza a través de una serie caleidoscópica de influencias ambientales: embrionaria y postnatal, interna y externa.
Ahora bien, si esto fuera realmente un buen argumento, sería un argumento en contra de la totalidad de la genética mendeliana, tanto como en contra de la idea del gen como unidad de selección. El fanático lamarckista H.G. Cannon, de hecho, lo utiliza explícitamente así: 'Un cuerpo vivo no es algo aislado, ni tampoco es una colección de piezas como Darwin lo concebía, al igual que, como he dicho antes, tantas canicas en una caja. Esa es la tragedia de la genética moderna. Los devotos de la hipótesis neo-mendeliana contemplan el organismo como tantos personajes controlados por tantos genes. Dicen lo que les apetece sobre poligenes- esa es la esencia de su fantástica hipótesis-' (Cannon 1959, p . 131).
No hay comentarios:
Publicar un comentario