Steele
no se aventura lejos de su propio campo de la inmunología, pero le
gustaría que una versión de su teoría se aplicara a otros campos, y particularmente al sistema nervioso y al mecanismo de mejora adaptativa
conocido como aprendizaje. 'Si
[la hipótesis] ha de tener alguna aplicación general en el proceso de
adaptación evolutiva,{170} debería explicar el potencial de
adaptación de las redes neuronales del cerebro y del sistema nervioso
central' (Steele 1979, p. 49, la más que sorprendente cursiva es suya). Puesto que es algo impreciso en cuanto a lo que podría seleccionarse
exactamente dentro del cerebro, le ofrezco un regalo de mi propia teoría de la 'muerte selectiva de las neuronas como un posible mecanismo de memoria' (Dawkins 1971) por si puede hacer algo con ella.
Pero ¿hay posibilidades reales de aplicar la teoría de la selección clonal fuera del dominio del sistema inmunológico? ¿está
limitada por las circunstancias muy especiales del sistema inmune, o
podría estar relacionada con el viejo principio lamarckiano de uso y
desuso? ¿los brazos del herrero podrían acoger la selección clonal ? ¿Podrían heredarse los cambios adaptativos provocados por el ejercicio muscular? Lo
dudo mucho: las condiciones no son las adecuadas para que la selección
natural trabaje dentro de los brazos del herrero a favor de,
por ejemplo, las células que prosperan en un ambiente aeróbico sobre las
que prefieren la bioquímica anaeróbica, transcribiendo inversamente los genes beneficiosos en justo el locus cromosómico adecuado en la línea germinal. Pero, incluso si este tipo de cosas fuera concebible en un contexto distinto fuera del sistema inmune, hay una dificultad teórica aún mayor.
El problema es el siguiente. Las
cualidades que servirían para el éxito en la selección clonal serían
necesariamente aquellas que dan a ciertas células una ventaja sobre las células
rivales en el mismo cuerpo. No se requiere que estas
cualidades tengan relación con lo que es bueno para el
organismo en su conjunto, y nuestro debate sobre los forajidos sugiere que bien
podrían entrar activamente en conflicto con lo que es bueno para el cuerpo como un
todo. De
hecho, para mí un aspecto ligeramente insatisfactorio de la teoría
de Burnet es que el proceso de selección en el fondo es un artificio ad hoc. Se asume que aquellas células cuyos anticuerpos neutralizan los antígenos invasores se propagarán a expensas de otras células. Pero
esta propagación no se debe a ninguna ventaja celular intrínseca: por
el contrario, las células que no arriesgan su vida sofocando antígenos sino egoístamente dejando la tarea a sus colegas deberían, a primera vista, tener una ventaja incorporada. La
teoría tiene que introducir una regla de selección arbitraria y no parsimoniosa, impuesta, por así decirlo, desde arriba, de modo que
aquellas células que benefician al cuerpo en su conjunto lleguen a ser más
numerosas. Es como si un criador de perros humano seleccionase deliberadamente para el heroísmo altruista ante situaciones de peligro. Probablemente podría lograrlo, pero la selección natural no podría. La selección clonal no adulterada debería favorecer células egoístas cuyo
comportamiento entraría en conflicto con el interés superior del cuerpo como un
todo.
Lo que digo, usando los términos del Capítulo 6, es que, según la teoría de Burnet, es probable que la selección
de vehículos a nivel celular entre en conflicto con la selección de vehículos a nivel organísmico. Esto, por supuesto, no me preocupa, ya que no abogo por el organismo como vehículo preeminente; simplemente añado una entrada más a la lista de los 'forajidos que conozco'; un desvío más ingenioso de propagación del replicador, junto con los genes saltarines y el ADN egoísta. {171}
Pero debería preocupar a cualquiera, como Steele, que vea la selección
clonal como un medio complementario por el cual surgen las adaptaciones corporales.
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