El problema es más profundo que eso. No es sólo que los genes seleccionados por clonación tenderían a ser forajidos por lo que al resto del cuerpo se refiere. Steele ve la selección clonal como aceleradora de la evolución. El darwinismo convencional
actúa a través del éxito individual diferencial, y su velocidad,
en igualdad de circunstancias, estará limitada por el tiempo de una generación individual. La selección clonal estaría limitada por el tiempo de una generación celular, que es tal vez dos órdenes de magnitud más corto. Por eso podría pensarse que aceleraría la evolución pero, anticipando el argumento de mi último capítulo, plantea una dificultad
profunda. El éxito de un órgano multicelular complejo, como un ojo, no puede juzgarse antes de que empiece a funcionar. La
selección celular no podría mejorar el diseño de un ojo, porque los
eventos selectivos todos tienen lugar en el ojo prefuncional de un
embrión. El ojo del embrión está cerrado, y nunca ve una imagen hasta después de que la selección celular, si existiera, fuera completa. La idea general es que la selección celular no puede lograr la
aceleración de la evolución que se le atribuye, si la adaptación que nos interesa tiene que desarrollarse en la lenta escala de la cooperación
multicelular.
Steele tiene su idea sobre la coadaptación. Como
Ridley (1982) documenta exhaustivamente, la coadaptación multidimensional
fue una de las bestias negras de los antiguos darwinistas. Por
ejemplo, tomando de nuevo el ojo, J.J. Murphy dijo 'Probablemente no es
exageración que, con el fin de mejorar un órgano como el ojo, ha de ser mejorado en diez maneras diferentes a la vez' (1866, citado por
Ridley). Cabe
recordar que, al hablar de la evolución de las ballenas en el Capítulo 6, he usado una
premisa similar para un propósito diferente. Los oradores
fundamentalistas todavía encuentran en el ojo a uno de sus clásicos más
socorridos. Por
cierto, The Sunday Times (13 de julio 1980) y The Guardian (21 de
noviembre 1978) plantean el tema de debate del ojo como si
se tratara de uno nuevo, y el último artículo pretendía tranquilizarnos porque, según rumores, un eminente filósofo (!) iba a prestarle su mejor atención. Parece que Steele se vio atraído inicialmente por el lamarckismo debido a sus dificultades con la coadaptación, pensando que su teoría de la selección
clonal podría aliviar, en principio, esa dificultad, si la hubiera.
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