El concepto de aptitud tiene el poder de confundir incluso a eminentes biólogos. Considere el siguiente malentendido donde Emerson (1960) no entendió a Waddington (1957). Waddington
había utilizado la palabra 'supervivencia' en el sentido de supervivencia reproductiva o aptitud[3]: '... la supervivencia no significa, por
supuesto, la resistencia corporal de un solo individuo ...
el individuo que "sobrevive" mejor es el que deja más descendencia'. Emerson
cita esto, y luego continúa: 'Los datos críticos sobre esta afirmación son
difíciles de encontrar, y lo más probable es que se necesite mucha
nueva investigación antes de que la cuestión haya sido verificada o refutada'.
Por una vez, la declaración ritual de la necesidad de más investigación es totalmente inadecuada. Cuando estamos hablando de cuestiones de definición, la investigación empírica no puede ayudarnos. Waddington
estaba definiendo claramente la supervivencia en un sentido especial
(el sentido de la aptitud[3]), no haciendo una proposición sobre ningún hecho sujeto
a verificación empírica o falsación. Sin
embargo, Emerson aparentemente pensó que Waddington estaba haciendo la provocativa afirmación de que aquellos individuos con mayor capacidad para
sobrevivir tienden también a ser los individuos con el mayor número de
crías. Su
fallo en captar el concepto técnico de la aptitud[3], se indica por
otra cita del mismo artículo: 'Sería muy difícil explicar la evolución
de las glándulas mamarias y del útero en mamíferos ... como el resultado de
la selección natural del individuo más apto.' De
acuerdo con la influyente escuela de pensamiento de Chicago de la que él
era un líder (Allee, Emerson et al. 1949), Emerson utilizó esto como un
argumento a favor de la selección de grupo. Las glándulas mamarias y el útero eran, para él, adaptaciones para la continuidad de la especie.
Los
investigadores que utilizan correctamente el concepto de aptitud[3]
admiten que sólo se puede medir como una tosca aproximación. Si se mide como el número de crías nacidas, descuida la mortalidad juvenil y no tiene en cuenta el cuidado parental. Si
se mide como el número de crías que alcanzan la edad reproductiva,
descuida la variación en el éxito reproductivo de las crías crecidas. Si se mide como el número de nietos descuida... y así ad infinitum. Lo ideal sería que pudiéramos contar el número relativo de descendientes vivos después de un gran número de generaciones. Sin
embargo, una medida 'ideal' de este tipo tiene la curiosa propiedad de
que, si se lleva a su conclusión lógica, puede tomar sólo dos valores; es una medida de todo o nada. Si
miramos lo suficientemente lejos en el futuro, o no tendré ningún
descendiente en absoluto, o todas las personas vivas serán mi
descendientes (Fisher 1930a). Si
yo desciendo de un individuo masculino en particular que vivió hace un
millón de años, es prácticamente seguro que tu también seas descendiente de él. La aptitud de cualquier individuo en particular fallecido hace tiempo, medida en descendientes de hoy en día, o bien es cero o bien es total. Williams
presumiblemente dice que, si esto es un problema, lo es tan sólo para
las personas que {185} quieren medir el éxito reproductivo real de los
individuos particulares. Si,
por el contrario, estamos interesados en las cualidades que tienden, en
promedio, a que los individuos sean susceptibles de acabar en el conjunto
de los antepasados, el problema no se plantea. En
cualquier caso, una limitación biológicamente más interesante del concepto
de aptitud[3] ha llevado al desarrollo de dos nuevos usos del término
técnico de aptitud.
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