Por consiguiente, se desprende de la visión del fenotipo extendido de la vida que los medios por los que los parásitos propagan sus genes de un determinado hospedador a otro nuevo tienen gran importancia. Si los medios con que se vale el parásito para su salida genética del cuerpo del hospedador son los mismos que los del propio hospedador, a saber, los gametos o esporas del hospedador, habrá relativamente pocos conflictos entre los intereses de los genes del parásito y los del hospedador. Por ejemplo, ambos coincidirían sobre el espesor óptimo de la cáscara del hospedador. Ambos serán seleccionados para trabajar no sólo para la supervivencia del hospedador, sino también para la reproducción del hospedador, con todo lo que ello conlleva. Esto podría incluir el éxito del hospedador en el cortejo e incluso, si los parásitos aspiran a ser heredados por la propia descendencia del hospedador, el éxito del hospedador en el cuidado parental. Bajo tales circunstancias, sería probable que los intereses de parásito y huésped coincidieran en una medida tal que podría llegar a ser difícil para nosotros detectar que existiera ningún parásito separado. Está claro que es de gran interés para los parasitólogos y 'simbiólogos' el estudio de este tipo de parásitos muy íntimos o simbiontes, simbiontes interesados en el éxito de los gametos de su hospedador, así como en la supervivencia del cuerpo de su hospedador. Pueden ser ejemplos prometedores algunos líquenes, y quizás también endosimbiontes bacterianos de insectos que se transmiten transováricamente, y en algunos casos parecen influir en la proporción de sexos del hospedador (Peleg y Norris 1972).
Endosimbiosis que dieron lugar a mitocondrias y a cloroplastos. Fuente. |
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