Así como cada gen es el centro de un campo de influencia radiante sobre el
mundo, así también cada carácter fenotípico es el centro de convergencia de las influencias de muchos genes, tanto dentro como fuera
del cuerpo del organismo individual. La biosfera al completo -reconozco aquí cierta afinidad superficial con el Teorema de la BBC-, la totalidad de la materia vegetal y animal, es atravesada por una intrincada
trama de campos de influencia genética, una red de poder fenotípico. Casi
puedo oír los comentarios televisivos: 'Imagine ser reducido al
tamaño de una mitocondria, estacionado en una cómoda atalaya fuera
de la membrana nuclear de un cigoto humano. Contemple las moléculas del ARN mensajero como fluyen, por millones, hacia el
citoplasma para cumplir sus instrucciones en la estrategia fenotípica. Ahora crezca hasta el tamaño de una célula en el desarrollo del primordio que formará una extremidad de un embrión de pollo. ¡Sienta las bocanadas de los inductores químicos rodando por las suaves laderas de sus gradientes axiales! Ahora crezca de nuevo a su tamaño natural, y sitúese en medio de un bosque, en una madrugada de primavera. Los cantos de los pájaros le rodean. Las siringes masculinas vierten sonido, y por todo el bosque se hinchan los ovarios femeninos. Aquí la influencia viaja en forma de ondas de presión en el aire abierto, en
lugar de moléculas en el citoplasma, pero el principio es el mismo. En los tres niveles del experimento mental
liliputiense/gigante, tienes el privilegio de estar en medio de incontables e interrelacionados campos de poder del replicador.'
El lector deducirá que era el mensaje del Teorema de la BBC lo que quería criticar, ¡no su retórica! Sin embargo, a menudo es más eficaz un discurso más comedido. Un maestro de elocuencia sobria en sus escritos biológicos es Ernst Mayr. Frecuentemente me citan en muchas conversaciones su
capítulo sobre "La unidad del genotipo" (Mayr 1963) como si fuera una profunda antítesis a mi visión basada en el replicador. Dado que, por el contrario, apoyo con entusiasmo casi
todas las palabras de ese capítulo, algo en alguna parte debe haber sido mal
interpretado.
Lo
mismo podría decirse del igual de elocuente artículo de Wright (1980) sobre "Selección génica y organísmica", que pretende ser un repudio de la
opinión de la selección génica que mantengo, y no obstante, con casi nada del cual me encuentro en desacuerdo. Creo
que éste es un documento valioso, a pesar de que su
ostensible propósito es atacar la visión de que 'con respecto a la selección natural... es el gen, no el individuo o el grupo, lo que constituye la unidad'. Wright
concluye que: 'La posibilidad de la selección de organismos, en lugar de la simple selección de genes, está más cerca de superar una de las
objeciones más serias a la teoría de la selección natural con que se enfrentó Darwin.' Atribuye la perspectiva de la 'selección génica' a Williams, a Maynard Smith y a mí, y la retrotrae a E.A. Fisher, creo que correctamente. Todo
lo cual podría provocar que estuviera un tanto desconcertado por el
siguiente elogio de Medawar (1981): 'Sin embargo, la única y más importante {239} innovación en la síntesis moderna fue la nueva concepción
de que una población que se consideraba sometida a evolución
podría ser vista mejor como una población de unidades replicantes fundamentales -de genes- en
vez de como una población de animales individuales o de células. Sewall
Wright ... fue un innovador principal en esta nueva forma de pensar -una prioridad por la que R.A. Fisher, una figura importante, pero menor,
nunca le perdonó-...'
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