Cuando
los genes del parásito ejercen su influencia compartida con los genes del hospedador sobre la misma característica fenotípica del hospedador, puede producirse la
confluencia de las dos influencias {226} en cualquier etapa de la cadena que
acabamos de describir. Los genes del caracol, y los genes del tremátodo que parasita al caracol, ejercen su
influencia por separado el uno del otro en la célula y hasta a nivel de
los tejidos. Influyen en la química citoplasmática de sus respectivas células por separado, porque no comparten células. Influyen
en la formación de tejido por separado, porque los tejidos del caracol no están
íntimamente infiltrados por los tejidos del tremátodo en la forma en que,
por ejemplo, son íntimos los tejidos de algas y hongos de un liquen. Los genes
de caracol y los genes de tremátodo influyen en el desarrollo de los sistemas de órganos, en realidad de organismos completos, por separado, ya que todas las
células del tremátodo están juntas en una sola masa en lugar de estar intercaladas entre las células de caracoles. Si los genes del tremátodo influyen en el espesor de la concha de caracol, lo hacen por
primera colaboración con otros genes de tremátodo para generar un tremátodo completo.
Otros parásitos y simbiontes se infiltran más íntimamente en los sistemas del hospedador. En
el extremo están los plásmidos y otros fragmentos de ADN que, como vimos
en el capítulo 9, literalmente se insertan en los cromosomas del hospedador. Es imposible imaginar un parásito más íntimo. Ni el mismo
'ADN egoísta' es más íntimo y, de hecho, es posible que nunca sepamos cuántos de
nuestros genes, ya sean 'basura' o 'útiles', se originaron como plásmidos
insertados. De la tesis de este libro parece
desprenderse que no existe una distinción
importante entre nuestros 'propios' genes y las secuencias de inserción parásitas o
simbióticas. Si entran en conflicto o cooperan dependerá no de sus orígenes
históricos, sino de las circunstancias de las que se beneficien ahora.
Los virus tienen su propia chaqueta de proteína, pero insertan su ADN en la célula del hospedador. Están,
por tanto, en condiciones de influir en la química celular del hospedador a
un nivel íntimo, al menos a un nivel tan íntimo como una
secuencia de inserción en el cromosoma del hospedador. Puede presumirse que también los parásitos intracelulares en el citoplasma estan en condiciones de ejercer un poder considerable sobre los
fenotipos del hospedador.
Algunos parásitos no se infiltran en el hospedador en el nivel celular, sino en el de tejidos. Son ejemplos
Sacculina, y muchos parásitos fúngicos y vegetales, donde las
células de los parásitos y las del hospedador son distintas, pero donde el
parásito invade los tejidos del hospedador por medio de un sistema de
raíces intrincado y finamente dividido. Las
células separadas de las bacterias y los protozoos parásitos pueden
infiltrarse en los tejidos del hospedador con similar amplia intimidad. En
un grado ligeramente menor que un parásito celular, tal 'parásito del tejido' se encuentra en una posición fuerte para influir en el desarrollo
de los órganos y en la forma fenotípica macro y su comportamiento. Otros
parásitos internos, como los tremátodos que hemos estado tratando, no mezclan sus tejidos con los del hospedador, sino que mantienen sus tejidos
para sí y ejercen su influencia sólo a nivel del organismo global.
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