Los conejos se beneficiarían, sin duda, en heredar los idiotipos adquiridos de sus padres. Comenzarían su vida con una ventaja en la batalla inmunológica {168}
contra las plagas que sus padres conocieron, y que ellos mismos,
probablemente, conocerán. Luego se trata de un cambio adaptativo dirigido. Pero ¿lo imprime realmente el entorno? Si la formación de anticuerpos funcionara a través de algún tipo de teoría 'instructiva', la respuesta sería sí. El
medio ambiente, en forma de moléculas de proteínas antígenas, moldearía
entonces directamente las moléculas de anticuerpos en los conejos
padres. Si
resultara que los descendientes de esos conejos heredaran una propensión para
crear los mismos anticuerpos, tendríamos lamarckismo de pura sangre. Pero
las conformaciones de las proteínas de los anticuerpos tendrían que ser, según
esta teoría, traducidas a la inversa de alguna manera en código de
nucleótidos. Steele
(p. 36) está convencido de que no hay ningún indicio de dicha
traducción inversa, sólo la transcripción inversa de ARN a ADN. No propone ninguna violación del dogma central de Crick, aunque,
por supuesto, otros están en libertad de hacerlo (volveré más adelante sobre este
punto en un contexto más general).
La
esencia misma de la hipótesis de Steele es que la mejora adaptativa
se produce a través de la selección de variación inicialmente aleatoria. Es
una teoría casi tan darwinista como pudiera ser, siempre que pensemos
en el replicador y no en el organismo como unidad de selección. No es sólo vagamente análoga al darwinismo, en la forma de, por ejemplo,
la teoría de los 'memes', o la teoría de Pringle (1951) según la cual el aprendizaje se produce por selección de una población de osciladores neuronales acoplados entre un acervo de frecuencias de oscilaciones. Los replicadores de Steele son moléculas de ADN en núcleos celulares. No sólo son análogos a los replicadores del darwinismo. Son los mismos replicadores. El
esquema de selección natural que esbocé en el capítulo 5 no necesita
ninguna modificación para conectar directamente con la teoría de Steele. El tipo
de lamarckismo de Steele sólo se parece a la impronta de las
características ambientales en la línea germinal si pensamos a
nivel del organismo individual. Es cierto que está diciendo que las características adquiridas por el organismo se heredan. Pero
si nos fijamos en el nivel más bajo de los replicadores genéticos, está claro que la adaptación se produce a través de la selección, no de la
'instrucción' (ver más adelante). No es más que selección dentro del organismo. Steele (1979, p. 43) estaría de acuerdo:' ... depende en gran
medida de los principios esenciales darwinianos de la selección natural'.
A
pesar de la deuda declarada de Steele a Arthur Koestler,
aquí no hay nada que pueda reconfortar a aquellos, generalmente no biólogos,
cuya antipatía hacia el darwinismo está fundamentalmente provocada por
el espantajo del 'azar ciego'. O,
para el caso, el espantajo gemelo de una despiadada e indiferente Parca, que se burla de nosotros como la única Primera Causa de nuestros sublimes seres, que lo cambia 'todo haciendo pasar hambre y
asesinando a ciegas a todo lo que no tiene la suerte de sobrevivir en la lucha
universal por lo absurdo' (Shaw 1921). Aunque se probara que Steele tiene razón, ¡no deberíamos escuchar risas triunfales desde la sombra de Bernard Shaw! El espíritu vivo de Shaw se rebeló apasionadamente contra la 'serie de accidentes' darwiniana. '... Parece simple, porque al principio no te das cuenta de todo lo que implica. Pero cuando su significado pleno amanece sobre ti, tu corazón queda sepultado en tu interior. {169} Hay
un fatalismo horrible en ello, una reducción espantosa y condenable de
la belleza y la inteligencia, de la fuerza y el propósito, del honor y
la aspiración ...' Si debemos anteponer la emoción a la verdad,
siempre me ha parecido que la selección natural tiene una inspiradora, aunque severa y austera, poesía propia -una 'grandeza en esta visión de la vida' (Darwin 1859). Todo
lo que estoy diciendo aquí es que si te abruma el azar
ciego, no mires la teoría de Steele como un escape. Pero
tal vez no sea demasiado esperar que una adecuada comprensión de la
teoría de Steele pueda ayudar a mostrar que el 'azar ciego' no es el
epítome adecuado del darwinismo que Shaw, Cannon (1959), Koestler (1967)
y otros piensan que es.
viernes, 24 de febrero de 2017
viernes, 17 de febrero de 2017
Capítulo 9.- ADN Egoísta, Genes Saltarines, y un Susto Lamarckista (167)
La
evidencia realmente impresionante sólo estuvo disponible después de que la
teoría de Steele se concretara y se publicara, un llamativo y muy sorprendente ejemplo de la ciencia avanzando en la forma en que los filósofos
piensan que avanza. Gorczynski y Steele (1980) investigaron la herencia por vía paterna de la tolerancia inmunológica en ratones. Utilizando
una versión con una dosis extremadamente alta del método clásico de Medawar,
expusieron a crías de ratones a células de otra cepa, para volverlas tolerantes de adultas a injertos posteriores de la misma cepa
donante. Luego
criaron estos machos tolerantes, y llegaron a la conclusión de que
su tolerancia fue heredada por aproximadamente la mitad de sus hijos,
que no fueron expuestos en la infancia a los antígenos extraños. Además, el efecto parecía transmitirse a la generación nieta.
Pendiente de confirmación, tenemos aquí un caso prima facie de herencia de los caracteres adquiridos. La breve explicación de Gorczynski y Steele sobre su experimento, y sobre experimentos reportados más recientemente que lo amplían (Gorczynski y Steele 1981), se asemeja a la interpretación de Steele sobre el estudio del conejo antes mencionado. Las principales diferencias entre los dos casos son, en primer lugar, que los conejos podrían haber heredado algo en el citoplasma materno, mientras que los ratones no; y en segundo lugar, se alegó que los conejos heredaban una inmunidad adquirida, mientras que se supone que los ratones heredaban una tolerancia adquirida. Probablemente estas diferencias son importantes (Ridley 1980b; Brent et al. 1981), pero no profundizaré mucho en ellas, pues no estoy tratando de evaluar los resultados experimentales por sí mismos. Me centraré en la cuestión de si, en todo caso, Steele está ofreciendo realmente 'un desafío lamarckista al darwinismo'.
Hay algunas cuestiones históricas que debemos aclarar previamente. La herencia de los caracteres adquiridos no es el aspecto de su teoría que el propio Lamarck enfatizara y, contra Steele (1979, p. 6), no es cierto que la idea se originara con él: simplemente asumió la opinión convencional de su tiempo y le injertó otros principios como el 'esfuerzo' y el 'uso y desuso'. Los virus de Steele parecen más una reminiscencia de las propias 'gémulas' pangenéticas de Darwin que a nada postulado por Lamarck. Pero menciono la historia sólo para dejarla de lado. Damos el nombre de darwinismo a la teoría de que la variación no dirigida en una línea germinal aislada recibe la acción de la selección sobre sus consecuencias fenotípicas. Damos el nombre de lamarckismo a la teoría de que la línea germinal no está aislada, y que las mejoras imprimidas ambientalmente pueden moldearla directamente. En este sentido, ¿la teoría de Steele es lamarckista y antidarwinista?
Pendiente de confirmación, tenemos aquí un caso prima facie de herencia de los caracteres adquiridos. La breve explicación de Gorczynski y Steele sobre su experimento, y sobre experimentos reportados más recientemente que lo amplían (Gorczynski y Steele 1981), se asemeja a la interpretación de Steele sobre el estudio del conejo antes mencionado. Las principales diferencias entre los dos casos son, en primer lugar, que los conejos podrían haber heredado algo en el citoplasma materno, mientras que los ratones no; y en segundo lugar, se alegó que los conejos heredaban una inmunidad adquirida, mientras que se supone que los ratones heredaban una tolerancia adquirida. Probablemente estas diferencias son importantes (Ridley 1980b; Brent et al. 1981), pero no profundizaré mucho en ellas, pues no estoy tratando de evaluar los resultados experimentales por sí mismos. Me centraré en la cuestión de si, en todo caso, Steele está ofreciendo realmente 'un desafío lamarckista al darwinismo'.
Hay algunas cuestiones históricas que debemos aclarar previamente. La herencia de los caracteres adquiridos no es el aspecto de su teoría que el propio Lamarck enfatizara y, contra Steele (1979, p. 6), no es cierto que la idea se originara con él: simplemente asumió la opinión convencional de su tiempo y le injertó otros principios como el 'esfuerzo' y el 'uso y desuso'. Los virus de Steele parecen más una reminiscencia de las propias 'gémulas' pangenéticas de Darwin que a nada postulado por Lamarck. Pero menciono la historia sólo para dejarla de lado. Damos el nombre de darwinismo a la teoría de que la variación no dirigida en una línea germinal aislada recibe la acción de la selección sobre sus consecuencias fenotípicas. Damos el nombre de lamarckismo a la teoría de que la línea germinal no está aislada, y que las mejoras imprimidas ambientalmente pueden moldearla directamente. En este sentido, ¿la teoría de Steele es lamarckista y antidarwinista?
viernes, 10 de febrero de 2017
Capítulo 9.- ADN Egoísta, Genes Saltarines, y un Susto Lamarckista (166)
Steele
forja una triple unión entre la teoría de la selección clonal de
Burnet (1969), la teoría del provirus de Temin (1974), y su propio ataque contra
la inviolabilidad de la línea germinal de Weismann. Toma de Burnet la idea de una mutación somática que conduce a la diversidad genética en las células del cuerpo. La
selección natural intracorporal, entonces, se ocupa de que el cuerpo se pueble de variedades de células exitosas a expensas de las variedades
fallidas. Burnet
limita la idea a una clase especial de células en el sistema inmune, y
el 'éxito' significa el éxito en la neutralización de antígenos invasores,
pero Steele lo generalizaría a otras células. Toma de Temin la idea de los virus de ARN que sirven como
mensajeros intercelulares, transcribiendo los genes en una célula, llevando la información a otra célula y transcribiendo inversamente de nuevo
en ADN en la segunda célula usando la transcriptasa inversa.
Steele utiliza la teoría de Temin, pero con un importante énfasis adicional en las células de la línea germinal como receptores de la información genética inversa transcrita. Limita sabiamente la mayoría de su discusión al sistema inmunológico, aunque la ambición de su teoría es mayor. Cita cuatro estudios sobre 'idiotipia' en el conejo. Si se les inyecta una sustancia extraña, diferentes conejos individuales la combaten creando diferentes anticuerpos. Incluso si los miembros de un clon genéticamente idénticos se someten al mismo antígeno, cada individuo responde con su propio 'idiotipo' único. Ahora bien, si realmente los conejos son genéticamente idénticos, la diferencia en sus idiotipos ha de deberse a diferencias ambientales o de azar, y no debería, de acuerdo con la ortodoxia, ser heredada. De los cuatro estudios citados, uno dio un resultado sorprendente. El idiotipo de un conejo resultó ser heredado por sus hijos, aunque no compartido por sus compañeros de clon. Steele subraya el hecho de que en este estudio los padres conejos fueron expuestos al antígeno antes del apareamiento para producir la descendencia. En los otros tres estudios los padres fueron inyectados con el antígeno después del apareamiento, y la descendencia no heredaba sus idiotipos. Si el idiotipo fuera heredado como parte de un plasma germinal inviolable, no debería haber ninguna diferencia tanto si los conejos se apareaban antes como después de la inyección.
La interpretación de Steele comienza con la teoría de Burnet. La mutación somática genera diversidad genética en la población de células inmunitarias. La selección clonal favorece aquellas variedades genéticas de las células que destruyen de forma satisfactoria el antígeno, y se vuelven muy numerosas. Hay más de una solución a cualquier problema antigénico, y el resultado final del proceso de selección es diferente en cada conejo. Ahora entran los provirus de Temin. Estos transcriben una muestra aleatoria de los genes en las células inmunitarias. Debido a que las células que portan genes de anticuerpos exitosos superan en número a las otras, es estadísticamente más probable que se transcriban estos genes exitosos. Los provirus llevan estos genes a las células germinales, anidan en los cromosomas de la línea germinal y los dejan allí, probablemente suprimiendo a los ocupantes titulares del locus. {167} La próxima generación de conejos es, por tanto, capaz de beneficiarse directamente de la experiencia inmunológica de sus padres, sin tener que experimentar los antígenos relevantes por sí mismos, y sin la intervención dolorosamente lenta y derrochadora de la muerte selectiva del organismo .
Steele utiliza la teoría de Temin, pero con un importante énfasis adicional en las células de la línea germinal como receptores de la información genética inversa transcrita. Limita sabiamente la mayoría de su discusión al sistema inmunológico, aunque la ambición de su teoría es mayor. Cita cuatro estudios sobre 'idiotipia' en el conejo. Si se les inyecta una sustancia extraña, diferentes conejos individuales la combaten creando diferentes anticuerpos. Incluso si los miembros de un clon genéticamente idénticos se someten al mismo antígeno, cada individuo responde con su propio 'idiotipo' único. Ahora bien, si realmente los conejos son genéticamente idénticos, la diferencia en sus idiotipos ha de deberse a diferencias ambientales o de azar, y no debería, de acuerdo con la ortodoxia, ser heredada. De los cuatro estudios citados, uno dio un resultado sorprendente. El idiotipo de un conejo resultó ser heredado por sus hijos, aunque no compartido por sus compañeros de clon. Steele subraya el hecho de que en este estudio los padres conejos fueron expuestos al antígeno antes del apareamiento para producir la descendencia. En los otros tres estudios los padres fueron inyectados con el antígeno después del apareamiento, y la descendencia no heredaba sus idiotipos. Si el idiotipo fuera heredado como parte de un plasma germinal inviolable, no debería haber ninguna diferencia tanto si los conejos se apareaban antes como después de la inyección.
La interpretación de Steele comienza con la teoría de Burnet. La mutación somática genera diversidad genética en la población de células inmunitarias. La selección clonal favorece aquellas variedades genéticas de las células que destruyen de forma satisfactoria el antígeno, y se vuelven muy numerosas. Hay más de una solución a cualquier problema antigénico, y el resultado final del proceso de selección es diferente en cada conejo. Ahora entran los provirus de Temin. Estos transcriben una muestra aleatoria de los genes en las células inmunitarias. Debido a que las células que portan genes de anticuerpos exitosos superan en número a las otras, es estadísticamente más probable que se transcriban estos genes exitosos. Los provirus llevan estos genes a las células germinales, anidan en los cromosomas de la línea germinal y los dejan allí, probablemente suprimiendo a los ocupantes titulares del locus. {167} La próxima generación de conejos es, por tanto, capaz de beneficiarse directamente de la experiencia inmunológica de sus padres, sin tener que experimentar los antígenos relevantes por sí mismos, y sin la intervención dolorosamente lenta y derrochadora de la muerte selectiva del organismo .
viernes, 3 de febrero de 2017
Capítulo 9.- ADN Egoísta, Genes Saltarines, y un Susto Lamarckista (165)
Un susto Lamarckista
Utilizo la palabra 'susto' porque, siendo dolorosamente sincero, en pocas {165} cosas puedo pensar más devastadoras de mi visión del mundo que se demostrara la necesidad de volver a la teoría de la evolución atribuida tradicionalmente a Lamarck. Es una de las pocas contingencias para las que podría ofrecerme a comerme el sombrero. Por tanto, es más importante aún dar una audiencia completa y justa a algunas afirmaciones hechas en nombre de Steele (1979) y Gorczynski y Steele (1980, 1981). Antes de que el libro de Steele (1979) estuviera disponible en Gran Bretaña, The Sunday Times of London (13 de julio 1980) publicó un artículo a toda plana sobre sus ideas y "un experimento sorprendente que parece desafiar el darwinismo y resucitar a Lamarck". La BBC le dio una publicidad similar a los resultados, en al menos en dos programas de televisión y varios programas de radio: como ya hemos visto, los periodistas 'científicos' están constantemente en alerta para cualquier cosa que suene como un desafío a Darwin. Nada menos que un científico como Sir Peter Medawar nos obligó a tomar el trabajo de Steele en serio al hacerlo él mismo. Se le citó siendo adecuadamente cauteloso sobre la necesidad de repetir el trabajo, y concluyendo: 'No tengo ni idea de cuál será el resultado, pero espero que Steele tenga razón' (The Sunday Times).
Naturalmente cualquier científico espera que la verdad, sea la que sea, salga a la luz. Pero un científico también tiene derecho a sus esperanzas más íntimas en cuanto a lo que la verdad llegará a ser -una revolución en la cabeza de uno está destinada a ser una experiencia dolorosa- ¡y confieso que mis propias esperanzas no coincidieron inicialmente con las de sir Peter! Tenía dudas sobre si las suyas coincidían realmente con las que se le atribuían, hasta que me acordé de su observación, para mí siempre ligeramente desconcertante (ver página 22), de que 'La principal debilidad de la teoría moderna de la evolución es la falta de una teoría de la variación completa y funcional, es decir, de la candidatura para la evolución, de la forma en que las variantes genéticas eran ofrecidas para la selección. Por tanto, no tenemos ninguna explicación convincente del progreso evolutivo -de la tendencia por otro lado inexplicable de los organismos en adoptar soluciones cada vez más complicadas a los problemas de permanecer vivos (Medawar 1967). Medawar es uno de los que, más recientemente, han intentado con gran intensidad, y sin embargo han fallado, replicar los hallazgos de Steele (Brent et al. 1981).
Anticipando la conclusión a la que llegaré, ahora veo con ecuanimidad, aunque con disminución de la expectativa (Brent et al. 1981; McLaren et al. 1981), la perspectiva de que se confirme la teoría de Steele, porque ahora me doy cuenta de que, en el más profundo y más amplio sentido, es una teoría darwinista; una variedad de la teoría darwinista por otra parte que, como la teoría de los genes saltarines, es particularmente afín a la tesis de este libro, ya que hace hincapié en la selección a un nivel que no es el del organismo individual. Aunque perdonable, la afirmación de que desafía el darwinismo resulta ser sólo un sensacionalismo periodístico, siempre entendiendo el darwinismo en la forma en que yo creo que debe ser entendido. En cuanto a la teoría de Steele en sí, aunque los hechos no la confirman, nos habrá hecho el valioso servicio de obligarnos a agudizar nuestra percepción del darwinismo. No estoy cualificado para evaluar los detalles técnicos de los experimentos de Steele y los de sus críticos (una buena evaluación la da Howard (1981) {166}, y me concentraré en discutir el impacto de su teoría, si finalmente los hechos llegaran a apoyarla.
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