viernes, 16 de junio de 2017

Capítulo 10.- Una Agonía en Cinco Espasmos (184)

     El concepto de aptitud tiene el poder de confundir incluso a eminentes biólogos. Considere el  siguiente malentendido donde  Emerson (1960) no entendió a Waddington (1957). Waddington había utilizado la palabra 'supervivencia' en el sentido de supervivencia reproductiva o aptitud[3]: '... la supervivencia no significa, por supuesto, la resistencia corporal de un solo individuo ... el individuo que "sobrevive" mejor es el que deja más descendencia'. Emerson cita esto, y luego continúa: 'Los datos críticos sobre esta afirmación son difíciles de encontrar, y lo más probable es que se necesite mucha nueva investigación antes de que la cuestión haya sido verificada o refutada'. Por una vez, la declaración ritual de la necesidad de más investigación es totalmente inadecuada. Cuando estamos hablando de cuestiones de definición, la investigación empírica no puede ayudarnos. Waddington estaba definiendo claramente la supervivencia en un sentido especial (el sentido de la aptitud[3]), no haciendo una proposición sobre ningún hecho sujeto a verificación empírica o falsación. Sin embargo, Emerson aparentemente pensó que Waddington estaba haciendo la provocativa afirmación de que aquellos individuos con mayor capacidad para sobrevivir tienden también a ser los individuos con el mayor número de crías. Su fallo en captar el concepto técnico de la aptitud[3], se indica por otra cita del mismo artículo: 'Sería muy difícil explicar la evolución de las glándulas mamarias y del útero en mamíferos ... como el resultado de la selección natural del individuo más apto.' De acuerdo con la influyente escuela de pensamiento de Chicago de la que él era un líder (Allee, Emerson et al. 1949), Emerson utilizó esto como un argumento a favor de la selección de grupo. Las glándulas mamarias y el útero eran, para él, adaptaciones para la continuidad de la especie.  

       Los investigadores que utilizan correctamente el concepto de aptitud[3] admiten que sólo se puede medir como una tosca aproximación. Si se mide como el número de crías nacidas, descuida la mortalidad juvenil y no tiene en cuenta el cuidado parental. Si se mide como el número de crías que alcanzan la edad reproductiva, descuida la variación en el éxito reproductivo de las crías crecidas. Si se mide como el número de nietos descuida... y así ad infinitum. Lo ideal sería que pudiéramos contar el número relativo de descendientes vivos después de un gran número de generaciones. Sin embargo, una medida 'ideal' de este tipo tiene la curiosa propiedad de que, si se lleva a su conclusión lógica, puede tomar sólo dos valores; es una medida de todo o nada. Si miramos lo suficientemente lejos en el futuro, o no tendré ningún descendiente en absoluto, o todas las personas vivas serán mi descendientes (Fisher 1930a). Si yo desciendo de un individuo masculino en particular que vivió hace un millón de años, es prácticamente seguro que tu también seas descendiente de él. La aptitud de cualquier individuo en particular fallecido hace tiempo, medida en descendientes de hoy en día, o bien es cero o bien es total. Williams presumiblemente dice que, si esto es un problema, lo es tan sólo para las personas que {185} quieren medir el éxito reproductivo real de los individuos particulares. Si, por el contrario, estamos interesados ​​en las cualidades que tienden, en promedio, a que los individuos sean susceptibles de acabar en el conjunto de los antepasados, el problema no se plantea. En cualquier caso, una limitación biológicamente más interesante del concepto de aptitud[3] ha llevado al desarrollo de dos nuevos usos del término técnico de aptitud.

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