viernes, 4 de agosto de 2017

Capítulo 10.- Una Agonía en Cinco Espasmos (191)

     Esta falacia se llama la Falacia del As de Picas por la siguiente analogía. Supongamos que para mí es importante saber si tu mano de trece cartas contiene el as de picas. Si no me dan ninguna información, sé que las probabilidades son de trece entre cincuenta y dos, o una de cada cuatro, de que tengas el as. Esta es mi primera conjetura en cuanto a la probabilidad. Si alguien me sopla que tienes una mano muy fuerte en picas, estaría justificado que revisara al alza mi estimación inicial sobre la probabilidad de que tengas el as. Si se me dice {191} que tienes el rey, la reina, la jota, el 10, el 8, el 6, el 5, el 4, el 3 y el 2, estaría acertado concluir que tienes una mano muy fuerte en picas. Pero, siempre y cuando el reparto fuera honesto, ¡sería más tonto que un zapato si yo, por consiguiente, apostara a que tienes el as! (En realidad, la analogía es aquí un poco injusta, porque las probabilidades de que tengas el as son ahora tres entre cuarenta y dos, sustancialmente inferiores a las probabilidades previas de una de cada cuatro.) En el caso biológico, puede pensarse que, dejando aparte el parentesco, el conocimiento del color de ojos de un hermano no nos dice nada, ni de una manera ni de otra, sobre si comparte un gen particular para el altruismo fraternal.

     No hay razón para suponer que los teóricos que han perpetrado las versiones biológicas de
la Falacia del As de Picas sean malos jugadores. No fue su teoría de la probabilidad la incorrecta, sino sus supuestos biológicos. En particular, asumieron que un organismo individual, como una entidad coherente, trabaja en nombre de las copias de todos los genes en su interior. Sería como si un animal se 'preocupara' de la supervivencia de las copias de sus genes del color de ojos, de los genes del color del  pelo, etc. Es mejor asumir que sólo los genes se preocupan por el cuidado, y que sólo se preocupan por las copias de sí mismos .

     Debo subrayar que no estoy sugiriendo que los errores de este tipo se sigan inevitablemente del enfoque de la aptitud inclusiva. Lo que sugiero es que son trampas para el pensador incauto acerca de la maximización de nivel individual, mientras que no presentan ningún peligro para el pensador sobre la maximización al nivel de genes, aunque sea incauto. Incluso Hamilton ha cometido un error, después señalado por él mismo, que atribuyo al pensamiento a nivel individual.

     El problema surge en el cálculo de Hamilton de coeficientes de parentesco, r, en las familias de himenópteros. Como
ya es conocido, hizo un uso brillante de los insólitos valores r  resultantes del sistema de determinación haplodiploide del sexo de los himenópteros, en particular el hecho curioso de que r entre hermanas es 3/4. Pero téngase en cuenta el parentesco entre una hembra y su padre. La mitad del genoma de la hembra es idéntico por descendencia al de su padre: el 'solapamiento' del genoma de ella con el de él es 1/2, y Hamilton dio correctamente 1/2 como el coeficiente de parentesco entre una hembra y su padre. El problema viene cuando nos fijamos en la misma relación a la inversa. ¿Cuál es el coeficiente de relación entre un macho y su hija? Uno espera naturalmente que sea reflexivo, otra vez 1/2, pero hay una dificultad. Puesto que un macho es haploide, tiene la mitad del total de los genes de su hija. ¿Cómo, entonces, podemos calcular el solapamiento, la fracción de los genes compartidos? ¿Decimos que el genoma del macho se solapa con la mitad del genoma de su hija, y por tanto que r es 1/2? ¿O decimos que todos y cada uno de los genes del macho se encontrarán en su hija, y por tanto, r es 1?

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