viernes, 28 de marzo de 2014

Capítulo 2.- Determinismo Genético y Seleccionismo Genético (16)

El significado del pasaje de Stebbing que Symons parafraseó es tan razonable como que X es una palabra inútil a menos que haya algunas cosas que no son X. Si todo es un robot, entonces la palabra robot no significa nada útil. Pero la palabra robot tiene otras asociaciones, y la inflexibilidad rígida no era la asociación en la que estaba pensando. Un robot es una máquina programada, y algo importante sobre la programación es que es distinta de, y hecha con antelación a, la realización de la conducta en sí misma. Una computadora se {16} programa para realizar el comportamiento del cálculo de raíces cuadradas, o para jugar al ajedrez. La relación entre un equipo que juega al ajedrez y la persona que lo programó no es evidente, y está abierta al malentendido. Podría pensarse que el programador observa el progreso del juego y da instrucciones al ordenador movimiento a movimiento. Sin embargo, en realidad la programación termina antes de que comience el juego. El programador intenta anticipar contingencias, y se basa en instrucciones condicionales de gran complejidad, pero, una vez que comienza el juego, tiene que mantener sus manos fuera. No se le permite dar nuevas pistas al equipo durante el transcurso del juego. Si lo hiciera, no sería programación, sino actuación, y su intervención supondría la descalificación del torneo. En la obra criticada por Symons, he hecho un amplio uso de la analogía de la computadora de ajedrez para explicar el tema de que los genes no controlan directamente el comportamiento en el sentido de interferir en la actuación. Sólo controlan el comportamiento en el sentido programar la máquina con antelación a la actuación. Ésta era la asociación con la palabra robot que quería invocar, no la asociación con la falta de flexibilidad sin sentido. En cuanto a la propia asociación de la inflexibilidad sin sentido, podría haber estado justificada en los días en que la cumbre de la automatización era el sistema de barras y control de levas de un motor marino, y Kipling escribió el "Himno de McAndrew":
Desde una brida a un husillo veo Tu Mano, oh Dios -
La predestinación en el avance de la biela.
El mismo Juan Calvino podría haberla forjado -
Pero esto era 1893 y el apogeo del vapor. Ahora estamos bien embarcados en la edad de oro de la electrónica. Si las máquinas alguna vez estuvieron asociadas con rígida inflexibilidad - y acepto que lo estaban - ya es hora de olvidarlo. Ya se han escrito programas de ordenador que juegan al ajedrez con el estándar de Maestro Internacional (Levy 1978), que conversan y razonan correcta e indefinidamente en un complejo Inglés gramatical (Winograd 1972), que crean nuevas pruebas, elegantes y estéticamente satisfactorias, de teoremas matemáticos (Hofstadter 1979), que componen música y diagnostican enfermedades, y el ritmo de los avances en este campo no muestra signos de desaceleración (Evans 1979). El sector de la programación avanzada conocido como inteligencia artificial está en estado boyante y optimista (Boden 1977). Pocos de los que lo han estudiado apostarían ahora en contra de que los programas de ordenador batan a los más potentes Grandes Maestros en el ajedrez dentro de los próximos 10 años. De ser sinónimo en la mente popular de algo torpemente rígido, de extremidades con espasmos de zombie, un día un "robot"se convertirá en un sinónimo de flexibilidad e inteligencia rápida.

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