viernes, 4 de abril de 2014

Capítulo 2.- Determinismo Genético y Seleccionismo Genético (17)

"El Gen Egoísta" edición alemana
Por desgracia, me adelanté un poco en el pasaje citado. Cuando lo escribí acababa de regresar de una alucinante y reveladora conferencia sobre el estado del arte de la programación en inteligencia artificial, y {17} auténtica e inocentemente en mi entusiasmo se me olvidó que a los robots se les supone popularmente como idiotas inflexibles. También tengo que pedir disculpas por el hecho de que, sin mi conocimiento, la portada de la edición alemana de El gen egoísta consistía en la imagen de una marioneta humana sacudida desde el extremo de unas cuerdas colgadas de la palabra gen; y la edición francesa es una imagen de hombrecitos con bombín con cuerdas de reloj saliéndoles de la espalda. He hecho diapositivas de las dos cubiertas para ilustrar lo que yo no estaba tratando de decir.

"El Gen Egoísta" edición francesa
Así, la respuesta a Symons es que por supuesto que tenía razón en criticar lo que él pensó que yo estaba diciendo, pero desde luego que no estaba diciéndo eso (Ridley 1980a). Sin duda, una parte de la culpa del malentendido original fue mía, pero ahora sólo puedo instar a que dejemos de lado los prejuicios derivados del uso común ("... la mayoría de personas no entienden de computadoras ni en el más mínimo grado" - Weizenbaum 1976, . p 9), e ir y leer de verdad algunas de las fascinantes obras de la literatura moderna sobre robótica e inteligencia informática (por ejemplo Boden 1977Evans 1979 ; Hofstadter 1979).



 
Una vez más, desde luego, los filósofos pueden debatir la intención última de los ordenadores programados para comportarse a la manera de inteligencias artificiales, pero si vamos a entrar en ese nivel de filosofía, muchos aplicarían esos mismos argumentos a la inteligencia humana (Turing 1950). ¿Qué es un cerebro, preguntarían, sino una computadora, y qué es la educación, sino una forma de programación? Es muy difícil dar una explicación  que no sea sobrenatural del cerebro y de las emociones humanas, de los sentimientos y de la aparente voluntad, sin mirar el cerebro como, en cierto sentido, el equivalente a  una  máquina cibernética programadaEl astrónomo Sir Fred Hoyle (1964) expresa muy claramente lo que, me parece, cualquier evolucionista debe pensar del sistema nervioso:
Mirando hacia atrás [en la evolución] estoy abrumadoramente impresionado por la forma en que la química ha ido dando paso a la electrónica. No es irrazonable describir los primeros seres vivos como enteramente químicos. Aunque los procesos electroquímicos son importantes en las plantas, la electrónica organizada, en el sentido de proceso de datos, no entra ni opera en el mundo vegetal. Pero la electrónica primitiva comienza a adquirir importancia tan pronto como tenemos una criatura que se mueve a su alrededor ... Los primeros sistemas electrónicos de los animales primitivos fueron esencialmente sistemas de orientación, análogos lógicamente al sonar o al radar. Al pasar a los animales más desarrollados, encontramos sistemas electrónicos que se utilizan no sólo para orientación, sino también para dirigir al animal hacia la comida...

La situación es análoga a un misil guiado, el trabajo del cual es interceptar y destruir otro misil. Al igual que en nuestro moderno mundo, ataque y defensa se vuelven más y más sutiles en sus métodos, como en el caso de los animales. Y con el aumento de la sutileza, se hicieron necesarios {18}  sistemas electrónicos cada vez mejores. Lo que ocurrió en la naturaleza tiene un estrecho paralelo con el desarrollo de la electrónica en las modernas aplicaciones militares... Me parece un pensamiento aleccionador el que solo con la existencia de los "dientes-y-garras" de la selva no deberíamos poseer nuestras capacidades intelectuales, no deberíamos ser capaces de investigar la estructura del Universo, o ser capaces de apreciar una sinfonía de Beethoven... Visto desde esta perspectiva, la pregunta que a veces se hace - ¿los ordenadores pueden pensar? - es un tanto irónica. Aquí, por supuesto, me refiero a los ordenadores que nosotros mismos construimos a partir de materiales inorgánicos. ¿Qué diablos creen que son los mismos que se hacen esa pregunta? Simplemente computadoras, pero mucho más complicadas que cualquier cosa que hayamos aprendido a hacer. Recuerde que nuestra industria de la computación hecha por el hombre es de tan sólo de dos o tres décadas, mientras que nosotros mismos somos el producto de una evolución que ha operado a través de cientos de millones de años [pp 24-26].

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