Este capítulo ha sido un interludio, una digresión. No
he tratado de argumentar que las 'subrutinas', o las 'estrategias', son
realmente verdaderos replicadores, verdaderas unidades de la selección
natural. No lo son. Los verdaderos replicadores son los genes y los fragmentos de genomas {132}. Las subrutinas
y estrategias pueden ser consideradas para ciertos propósitos como si
fuesen replicadores, pero cuando se han cumplido dichos propósitos debemos
volver a la realidad. En realidad, la
selección natural tiene el efecto de elegir entre alelos en
acervos genéticos de avispa, alelos que influyen en la probabilidad de
que las avispas individuales caven u ocupen. Dejamos temporalmente este conocimiento a un lado y entramos en un mundo
imaginario de 'selección inter-subrutinas' para un propósito
metodológico específico. Estábamos justificados en hacer esto porque hemos sido capaces de hacer
ciertas conjeturas sobre las avispas, y por la ya demostrada equivalencia
matemática entre las diversas formas en que una estrategia
evolutivamente estable mixta puede ensamblarse.
Como
en el caso del capítulo 4, el propósito de este capítulo ha sido minar
nuestra confianza en la visión teleonómica centrada en el individuo, en
este caso mostrando que no siempre es útil, en la práctica, medir
el éxito individual si vamos a estudiar la selección natural en el campo. Los
dos capítulos siguientes tratan de adaptaciones que, por su propia
naturaleza, no podemos ni siquiera empezar a entender si insistimos en
pensar en términos de beneficio individual.
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