viernes, 28 de septiembre de 2018

Capítulo 14.- Redescubriendo el Organismo (251)

Agradezco al Dr. J.P. Hailman por no tener en cuenta  mi reacción sarcástica con un colega por un artículo que fue una breve prueba de este libro (Dawkins 1978a): 'Richard Dawkins ha redescubierto el organismo'. La ironía no me pasó desapercibida, pero tiene su miga. Estamos de acuerdo en que hay algo especial en el organismo individual como un nivel en la jerarquía de la vida, pero no es algo obvio, para ser aceptado sin rechistar. Mi esperanza es que este libro haya revelado que hay una segunda cara del cubo de Necker. Pero los cubos de Necker tienen el hábito de voltearse de nuevo a su posición original, y luego volver a alternar. Sea lo que sea lo especial del organismo individual como una unidad de la vida, deberíamos como mínimo verlo con más claridad, por haber visto el otro lado del cubo de Necker, por haber entrenado nuestros ojos para ver a través de las paredes del cuerpo en el mundo de replicadores, y fuera y más allá de sus fenotipos extendidos. 

Entonces, ¿qué es lo que tiene de especial el organismo individual? Habida cuenta de que la vida puede ser vista como un conjunto de replicadores con sus herramientas fenotípicas extendidas de supervivencia, ¿por qué en la práctica los replicadores han elegido agruparse entre sí por cientos de miles en células? ¿y por qué han influido en esas células para clonarse a sí mismos por millones de miles de millones en organismos?

La lógica de los sistemas complejos sugiere un tipo de respuesta. Simon (1962) ha escrito un 
estimulante ensayo sobre 'La arquitectura de la complejidad', que sugiere (usando una parábola de dos relojeros denominada Tempus y Hora, que se ha convertido en muy conocida), una razón funcional general del por qué una organización compleja de cualquier tipo, biológica o artificial, tiende a organizarse en jerarquías anidadas de subunidades repetidas. He desarrollado su argumento en el contexto etológico, concluyendo que la evolución de los estadísticamente 'improbables conjuntos avanza más rápidamente si hay una sucesión de subconjuntos estables intermedios. Dado que el argumento se puede aplicar a cada subconjunto, se deduce que los sistemas altamente complejos que existen en el mundo es probable que tengan una arquitectura jerárquica' (Dawkins 1976b). En el presente contexto, la jerarquía se compone de genes dentro de células, y de células dentro de organismos. Margulis (1981) expone convincentes y fascinantes argumentos de la vieja idea de que la jerarquía contiene otro nivel intermedio: las 'células' eucariotas son en sí mismas, en cierto sentido, grupos multicelulares, uniones simbióticas de entidades tales como mitocondrias, plástidos y cilios, que son homólogas a, y descendientes de,  las células procariotas. No voy a continuar con el asunto aquí. La explicación de Simon es muy general, y necesitamos una respuesta más concreta a la pregunta de por qué los replicadores {252} decidieron organizar sus fenotipos en unidades funcionales, sobre todo en dos niveles, el de la célula y el del organismo multicelular.

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