viernes, 12 de septiembre de 2014

Capítulo 3.- Constricciones a la Perfección (40)

 La metáfora de Sewall Wright (1932), que ha llegado a conocerse con el nombre de "paisaje adaptativo", transmite la misma idea de que la selección a favor de los óptimos locales impide la evolución en la dirección, en última instancia, {40} del superior óptimo más global. Su algo incomprendido (Wright 1980) énfasis en el papel de la deriva genética al permitir que los linajes escapen de la atracción de los óptimos locales, y de ese modo lograr una aproximación más cercana a lo que un humano reconocería como "la" solución óptima, contrasta curiosamente con Lewontin (1979b) invocando la deriva como una "alternativa a la adaptación". Como en el caso de la pleiotropía, aquí no hay paradoja. Lewontin tiene razón en que "la finitud de las poblaciones reales da como resultado cambios aleatorios en la frecuencia de genes de manera que, con cierta probabilidad, combinaciones genéticas con menor aptitud reproductiva quedarán fijadas en una población". Pero, por otro lado, también es cierto que, en la medida en que los óptimos locales constituyen una limitación en el logro de la perfección de diseño, la deriva tenderá a proporcionar una vía de escape (Lande 1976). Irónicamente, por consiguiente, ¡una debilidad en la selección natural puede teóricamente mejorar la probabilidad de que un linaje logre un diseño óptimo! Debido a que no tiene ninguna previsión, la selección natural pura es en cierto sentido un mecanismo anti-perfección, abrazando, como hará, las cimas de las bajas colinas del paisaje de Wright. Una mezcla de una selección fuerte intercalada con períodos de relajación de la selección y deriva puede ser la fórmula para cruzar de los valles a las elevadas tierras altas. Es evidente que si el "adaptacionismo" fuera un asunto en el que los temas de debate se puntuaran, ¡hay puntuación para que ambas partes alcancen las dos vías!

Mi sensación es que en algún lugar de aquí puede residir la solución a la paradoja real de esta sección sobre las limitaciones históricas. La analogía del motor a reacción sugiere que los animales deben ser monstruosidades risibles de improvisación
remendada, sobrecargadas con reliquias grotescas de antigüedad reparcheada. ¿Cómo podemos reconciliar esta  razonable expectativa con la gracia formidable del güepardo cazador, la belleza aerodinámica del vencejo, la atención escrupulosa al detalle engañoso del insecto-hoja? Aún más impresionante es la coincidencia al detalle entre diferentes soluciones convergentes a problemas comunes, por ejemplo los múltiples paralelismos que existen entre las radiaciones de mamíferos de Australia, América del Sur y el Viejo Mundo. Cain (1964) comenta que, "Hasta ahora por lo general se ha asumido, por Darwin y otros, que la convergencia nunca será tan buena como para despistarnos", pero va a dar ejemplos en los que han sido engañados taxonomistas competentes. Cada vez son más los grupos que hasta el momento habían sido considerados como decentemente monofiléticos, y que son ahora sospechosos de origen polifilético.

La cita de ejemplo y contraejemplo es una simple y vana enumeración de hechos pasivos. Lo que necesitamos es una labor constructiva en la relación entre los óptimos locales y globales dentro de un contexto evolutivo. Nuestra comprensión de la propia selección natural necesita ser complementada por un estudio sobre las "huidas de la especialización", por usar (1954) la frase de Hardy. Hardy mismo estuvo sugiriendo la neotenia como un escape a la especialización, mientras que en este capítulo, siguiendo a Wright, he enfatizado la deriva en este papel.

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