viernes, 20 de junio de 2014

Capítulo 2.- Determinismo Genético y Seleccionismo Genético (28)

El orador, apoyado por muchos de sus colegas antropólogos en el seminario, se opuso, sacando a relucir los genes a la discusión. No estaba hablando de genes, dijo, sino de un patrón de comportamiento social. Algunos de sus colegas parecían incómodos con la sola mención de la palabra de tres letras "gen". Traté de convencerlo de que era él quien había "sacado a relucir los genes" a la discusión, aunque, desde luego, no había mencionado la palabra gen en ninguna parte. Ese es exactamente el punto al que estoy tratando de llegar. no se puede hablar de selección de parentesco, o de cualquier otra forma de selección darwiniana, sin sacar a la luz los genes, tanto si se hace de manera explícita o no. Incluso para especular {28} acerca de la selección por parentesco como una explicación de las diferencias en los sistemas de apareamiento tribales, mi amigo antropólogo estaba sacando los genes a la luz implícitamente en la discusión. Es una pena que no lo hiciera explícito, porque entonces se habría dado cuenta de las formidables dificultades que yacen en el camino de su hipótesis de selección por parentesco: o bien sus tribus poliándricas tenían que haber estado viviendo en un parcial aislamiento genético, bajo sus condiciones peculiares durante un gran número de siglos, o bien la selección natural tuvo que haber favorecido la aparición universal de los genes programando algúna compleja "estrategia condicional". La ironía es que, de todos los participantes en ese seminario sobre la poliandria, era yo el que estaba avanzando la visión menos "genéticamente determinista" de la conducta objeto de debate. Sin embargo, puesto que insistí en hacer explícita la naturaleza genética de la hipótesis de la selección por parentesco , imagino que aparenté estar particularmente obsesionado con los genes, un "típico determinista genético". La historia ilustra bien el mensaje principal de este capítulo, que al encarar con franqueza la naturaleza genética fundamental de la selección darwiniana es demasiado fácilmente confundido con una preocupación malsana sobre interpretaciones hereditaristas del desarrollo ontogenético.
 
El mismo prejuicio contra la mención explícita de genes, donde uno puede escaparse con un circunloquio a nivel individual, es común entre los biólogos. La declaración "los genes para la realización de la conducta X están favorecidos sobre los genes para no realizar X" tiene un halo vagamente ingenuo y poco profesional en ella. ¿Qué evidencia hay para tales genes? ¡Cómo te atreves a evocar genes especiales sólo para satisfacer tu hipotética conveniencia! Suena mucho más respetable decir "los individuos que hacen X son más aptos que los individuos que no hacen la X". Aunque no se sepa que sea cierto, probablemente será aceptado como una especulación permisible. Pero las dos frases son exactamente equivalentes en significado. La segunda no dice nada que la primera no diga más claramente. Sin embargo, si reconocemos esta equivalencia y hablamos explícitamente de genes "para" adaptaciones, corremos el riesgo de ser acusados de "determinismo genético". Espero haber logrado demostrar que este riesgo deriva de nada más que un malentendido. Una forma de pensar en la selección natural sensata e irrecusable  - "seleccionismo de genes" - se confunde con una fuerte creencia sobre el desarrollo - "determinismo genético". Cualquiera que piense con claridad acerca de los detalles de cómo se originan las adaptaciones está casi obligado a pensar en genes, implícita si no explícitamente, aunque puedan ser hipotéticos. Como mostraré en este libro, hay mucho que decir para hacer explícita, en lugar de implícita, la base genética de las especulaciones funcionales darwinianas. Es una buena manera de evitar ciertos errores tentadores de razonamiento (Lloyd 1979). Al hacer esto podemos dar la impresión,  por una razón totalmente equivocada, de estar obsesionados con los genes y con todo el bagaje mítico que los genes llevan en la conciencia periodística contemporánea. Pero el determinismo, en el sentido de una ontogenia inflexible y encarrilada, está, o debería estar, a miles de kilómetros de nuestros pensamientos. Por supuesto, los sociobiólogos individuales pueden o no ser determistas genéticos. Pueden ser {29} rastafaris, Shakers o marxistas. Pero sus opiniones privadas sobre el determinismo genético, al igual que sus opiniones particulares sobre la religión, no tienen nada que ver con el hecho de que utilicen el lenguaje de los "genes de la conducta" cuando se hable de la selección natural.

No hay comentarios:

Publicar un comentario