viernes, 6 de junio de 2014

Capítulo 2.- Determinismo Genético y Seleccionismo Genético (26)

Me parece que esta consideración es un motivo de prudencia,  ¡no una razón para rechazar toda la teoría genética de la selección natural! No importa que {26} los genetistas vivos estén privados del estudio de los loci en particular sobre los que en el pasado la selección dio lugar a la evolución inicial de adaptaciones interesantes. Es una lástima que los genetistas suelan verse obligados a concentrarse en loci que son convenientes y no evolutivamente importantes. Sigue siendo cierto que la suma evolutiva de una compleja e interesante adaptación consistió en la sustitución de los genes por sus alelos.
 
Este argumento puede contribuir de manera tangencial a la resolución de una disputa contemporánea de moda, ayudando a poner el asunto en perspectiva. Ahora es muy controvertido, de hecho apasionadamente, debatir si existe una variación genética significativa en las capacidades mentales humanas. ¿Somos algunos de nosotros genéticamente más cerebrales que otros? Lo que queremos decir con "cerebrales" es también muy discutible, y con razón. Pero sugiero que, parar cualquier sentido de la palabra, las siguientes proposiciones no pueden ser negadas: (1) Hubo un tiempo en que nuestros antepasados ​​eran menos cerebrales que nosotros. (2) Por lo tanto ha habido un aumento de "cerebralidad" en nuestro linaje ancestral. (3) Ese aumento se produjo por evolución, probablemente impulsado por la selección natural. (4) Ya sea impulsado por la selección o no, por lo menos parte del cambio evolutivo en el fenotipo refleja un cambio genético subyacente: tuvo lugar el  reemplazo de alelo y por tanto eso significa que la capacidad mental aumentó durante generaciones. (5) Por definición, por consiguiente, al menos en el pasado, tiene que haber habido una variación genética significativa en la cerebralidad dentro de la población humana. Algunos individuos eran genéticamente inteligentes en comparación con sus contemporáneos, otros eran genéticamente relativamente más estúpidos.
 
La última frase puede engendrar un escalofrío de inquietud ideológica, sin embargo, ninguna de mis cinco proposiciones podría ser seriamente cuestionada, ni su secuencia lógica. El argumento funciona para el tamaño del cerebro, pero igualmente funciona para cualquier medida del comportamiento de la inteligencia que queramos soñar. No se basa en visiones simplistas de la inteligencia humana como una cantidad escalar unidimensional. El hecho de que la inteligencia no es una cantidad escalar simple, por importante que el hecho sea, es simplemente irrelevante. Así es la dificultad de medir la inteligencia en la práctica. La conclusión del párrafo anterior es inevitable, con la única condición de que seamos evolucionistas que estemos de acuerdo con la propuesta de que en otro tiempo nuestros antepasados ​​eran menos inteligentes (por cualquier criterio); por lo tanto, lo somos. Sin embargo, a pesar de todo eso, todavía no se deduce que exista alguna variación genética en la capacidad mental que quede en la población humana en la actualidad: la varianza genética podría haberse agotado toda por selección. Por otro lado puede que no, y mi experimento mental muestra al menos la inconveniencia de la oposición dogmática e histérica a la posibilidad misma de la variación genética en la capacidad mental humana. Mi propia opinión, para lo que valga, es que incluso si no hay tal variación genética en las poblaciones humanas modernas, basar cualquier política en ello sería ilógico y perverso.

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