Lo
que precipitaba el abandono del nido por el propietario original
parecía normalmente ser un inconveniente temporal, y un nido abandonado
constituía un recurso deseable que era pronto utilizado por otra
avispa. Una avispa que entra en una madriguera abandonada se ahorra los costes asociados con la excavación de una. Por otra parte, se corre el riesgo de que la madriguera en la que se entra no se haya abandonado. Todavía puede contener al propietario original, o puede contener otra avispa ocupadora que llegó primero. En cualquiera de estos casos, la avispa que entra se expone a un alto
riesgo de una lucha costosa, y a un alto riesgo de que ella no sea la que ponga el huevo al final de un período costoso de aprovisionar
el nido.
Desarrollamos y probamos un modelo matemático (Brockmann,
Grafen y Dawkins 1979) que distingue cuatro resultados o destinos
diferentes que podrían acontecer a una avispa en cualquier episodio de
anidación particular.
1 Podría verse obligada a abandonar el nido, por ejemplo por un ataque de hormigas.
2 Podría terminar sola, la única responsable del nido.
3 Podría unírsele una segunda avispa.
4 Podría unirse a una avispa ya instalada.
Los resultados de 1 a 3 podrían ser el resultado de una decisión inicial de cavar una madriguera. Las resultados de 2 a 4 podrían ser el resultado de una decisión inicial de ocupar. Los datos
de Brockmann nos permitieron medir, en términos de probabilidad de
poner un huevo por unidad de tiempo, los 'beneficios' relativos asociados a cada uno de estos cuatro resultados. Por
ejemplo, en una población estudiada en Exeter, New Hampshire,
el resultado 4, 'unión', tuvo una puntuación de rentabilidad de 0,35 huevos
por 100 horas. Esta puntuación se obtuvo de media sobre todas las ocasiones en que las avispas terminaron en ese resultado. Para
calcularlo, simplemente añadimos el número total de huevos puestos por
las avispas que, por el motivo que fuera, se habían unido a una
avispa ya instalada, y dividido por el tiempo total dedicado por
las avispas en nidos a los que se habían unido. La puntuación correspondiente a las avispas que comenzaron solas, pero
a las que se les unieron posteriormente otras avispas, fue 1.06 huevos por cada 100 horas, y la de las
avispas que se quedaron solas fue de 1.93 huevos por 100 horas.
Si
una avispa pudiera controlar con cuál de los cuatro resultados acabaría, debería 'preferir' terminar sola, puesto que este resultado llevó a la
tasa de rentabilidad más alta, pero ¿cómo podría conseguirlo? Un supuesto clave de nuestro modelo era que los cuatro resultados no
correspondían a las decisiones que estaban disponibles para una avispa. Una avispa puede 'decidir' cavar o entrar. No puede decidir que se le asocie otra o estar sola más de lo que un hombre puede decidir no tener cáncer. Estos son resultados que dependen de circunstancias fuera del control del individuo. En este caso dependen de lo que hacen las otras avispas en la población. {125} Pero
al igual que un hombre puede reducir estadísticamente sus posibilidades
de contraer cáncer tomando la decisión de dejar de fumar, del mismo modo la 'tarea' de una avispa es tomar la única decisión abierta a ella -cavar u ocupar- de tal manera que se maximice su posibilidades de acabar en un resultado deseable. Más
estrictamente, buscamos el valor estable de p, p*, de manera que cuando p*
de las decisiones en la población son decisiones de cavar, ningún gen
mutante que conduzca a la adopción de cualquier otro valor de p será
favorecido por la selección natural.
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