viernes, 11 de enero de 2019

Epílogo (266)

Dawkins, como un filósofo, se refiere principalmente a la lógica de las explicaciones que ideamos para dar cuenta de estos procesos y predecir sus resultados. Pero estas explicaciones son explicaciones científicas, y Dawkins (junto con muchos otros) pretende que sus implicaciones sean resultados científicos, no sólo los principios de una filosofía interesante y defendible. Dado que hay mucho en juego, habrá que ver si esto es buena ciencia, y para eso tenemos que revisar la lógica en las trincheras, donde se recogen los datos, donde los detalles son importantes, donde las hipótesis a una relativamente pequeña escala sobre fenómenos manejables puedan ponerse a prueba de verdad. El Gen Egoísta fue escrito para lectores laicos educados, y planeó sobre muchas de las complejidades y detalles técnicos que una evaluación científica adecuada debe considerar en profundidad. El Fenotipo Extendido fue escrito para el biólogo profesional, pero la escritura de Dawkins es tan elegante y lúcida que incluso los no expertos que estén dispuestos a ejercitar sus cerebros vigorosamente puedan seguir los argumentos, y apreciar la sutileza de los temas.

No puedo resistirme a añadir que para el filósofo profesional es un festín: hay algunas de las más magistrales y sostenidas cadenas de argumentación rigurosa que he encontrado (consulte el Capítulo 5, y los cuatro últimos capítulos), y una serie de ingeniosos y vívidos experimentos mentales (echa un vistazo a la pág. 143, o a la  pág. 241, entre muchos otros). Hay incluso algunas contribuciones de soslayo pero sustanciales en controversias filosóficas soñadas por Dawkins. Por ejemplo, me tomo el experimento mental sobre el control genético de la acumulación de barro por las termitas en pp. 202-203, que proporciona información útil sobre las teorías de la intencionalidad -especialmente en el debate que he tenido con Fodor, Dretske, y otros acerca de las condiciones bajo las cuales el contenido puede atribuirse a mecanismos. En jerga filosófica, la extensionalidad pura reina en la genética, y esto hace que cualquier etiquetado de rasgos fenotípicos 'una cuestión de conveniencia arbitraria', pero, precisamente por eso, nos motiva a llamar la atención sobre los hechos más reveladores de la situación. 

Para el científico, hay predicciones comprobables en abundancia -sobre temas tan variados como, por ejemplo, las estrategias de cópula de la avispa (pp. 78-79), la evolución del tamaño de los espermatozoides (pág. 143), el comportamiento anti-depredador de las polillas (pág. 147), y los efectos de los parásitos en los escarabajos y en los camarones de agua dulce (pág. 216). También hay análisis nítidos y claros -sobre  {267} los problemas acerca de la evolución de las relaciones sexuales, las condiciones del conlicto intra-genómico (o los parásitos genómicos), y muchos otros temas inicialmente contraintuitivos. Su cauta opinión de los escollos que hay que evitar pensando en el efecto de la barba verde y sus vecinos es un vademécum indispensable para cualquiera que se aventure en ese territorio confuso.

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