Este
libro ha sido lectura obligatoria para cualquier estudiante serio de la
teoría evolucionista neodarwinista desde que apareció por primera vez
en 1982, y uno de los efectos sorprendentes al releerlo hoy es que ofrece
una instantánea del ritmo glacial de la crítica. Stephen
Jay Gould y Richard Lewontin en los Estados Unidos, y Steven Rose en el
Reino Unido, han advertido al mundo sobre el 'determinismo genético' que
supuestamente se levanta amenazante a partir de la perspectiva de la biología de
Dawkins, y aquí en el Capítulo 2 encontraremos las críticas más recientes ya fácilmente refutadas en su totalidad. Podría pensarse que en casi veinte años sus oponentes habrían atacado
con un ángulo nuevo, una nueva grieta en la que podrían abrir una brecha
subversiva o dos, pero, como Dawkins señala en otro contexto en el que
no ha habido una evolución, 'aparentemente no hay variación disponible para seguir mejorando en su pensamiento'. ¡Cuánto más satisfactorio, cuando te enfrentas a la tarea de responder
a tus críticos más vehementes, ser capaz simplemente de publicar lo
que has dicho sobre el tema hace muchos años!
¿Qué es este espantoso 'determinismo genético'? Dawkins
(pág. 10) cita una definición de 1978 por Gould: 'Si estamos programados
para ser lo que somos, entonces estos rasgos son ineluctables. Podemos, como mucho, canalizarlos, pero no podemos cambiarlos ya sea por voluntad, educación o cultura'. Pero
si éste es el determinismo genético -y no he visto que se haya revisado seriamente la definición
por los críticos- entonces Dawkins no es determinista
genético (y tampoco lo es E.O. Wilson, o, por lo que yo sé, ningún
conocido sociobiólogo o psicólogo evolutivo). Como
muestra Dawkins, en un análisis filosófico impecable, la idea completa de
la 'amenaza' de determinismo 'genético' (o de cualquier otro tipo) está
tan mal concebida por aquellos que blanden el término que sería una broma
de mal gusto si no fuera un escándalo. Dawkins no sólo refuta los cargos en el Capítulo 2; diagnostica las fuentes probables de las confusiones que hacen de este
un cargo tan tentador, y como señala, 'Hay un afán desenfrenado por malinterpretar'. Es triste decirlo, pero tiene razón.
No todas las críticas al pensamiento neodarwinista son tan espurias. Según los críticos, el pensamiento adaptacionista es seductor; es muy fácil confundir una historia ad hoc sin base con un argumento evolutivo serio. Esto
es cierto, y Dawkins expone hábilmente una y otra vez en este libro
la tentación de líneas argumentales que se salen de la realidad
de una manera u otra (para algunos ejemplos sorprendentes, ver págs. 72, 76, 155, 263). En la pág. 38,
Dawkins apunta la cuestión muy importante de que un cambio en el ambiente
puede no sólo cambiar la tasa de éxito de un efecto fenotípico; ¡puede incluso cambiar el efecto fenotípico completo! Esto
en cuanto a la acusación estándar, y aburridamente falsa, de que la perspectiva del gen debe ignorar o subestimar la contribución de
los cambios (incluyendo 'cambios masivos contingentes') en el entorno
selectivo, pero el hecho es que los adaptacionistas a menudo {268}
ignoran estas (y otras) complicaciones, por lo que el libro rebosa advertencias contra el razonamiento adaptacionista simplista.
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